Por: Ernesto Cardoso Camacho
Nunca antes en la historia reciente del país se había desarrollado un debate electoral presidencial tan trascendente y polarizado como el que estamos presenciando. Trascendente porque se juega una disyuntiva entre mejorar el funcionamiento de la democracia, y el salto al vacío que se vislumbra con la eventual presidencia de Gustavo Petro arropado en su Pacto Histórico. Polarizado porque es evidente que las posiciones ideológicas de los principales candidatos, Fico Gutierréz y Petro; representan una dura batalla política entre la centro derecha institucional y la izquierda radical que tiene sus raíces en el llamado modelo Bolivariano instaurado por Chávez en Venezuela.
Adicionalmente existe una sensación de desconfianza y falta de credibilidad en la transparencia de la Registraduría, con motivo de las innumerables fallas que se presentaron durante el preconteo y el escrutinio regional en las elecciones de Congreso. El Registrador Vega, principal responsable, se empeña en no renunciar, generando así un manto de duda acerca de su transparencia e idoneidad para garantizar un proceso que no genere suspicacias.
Ya hemos observado algunos debates entre candidatos y sus respectivas fórmulas vicepresidenciales, en los cuales se reafirma la sensación de que solamente Fico y Petro lograrán el tiquete a la segunda vuelta, hecho que agudiza el enfrentamiento ideológico que cada uno representa.
Para los huilenses la escogencia de Rodrigo Lara Sánchez como fórmula de Fico constituye sin duda alguna, motivo de especial significado, no solamente por su vínculo sanguíneo con Rodrigo Lara Bonilla, quizá el último de los grandes líderes políticos de nuestra raza, sino por sus propios méritos y cualidades que demostró como Alcalde de Neiva y por su limpia y eficaz trayectoria profesional.
La propuesta de privilegiar a las regiones frente al asfixiante centralismo bogotano que ha enarbolado la fórmula Fico-Lara, constituye entre otras no menos importantes; una clara visión de cómo enfrentar los desafíos del desarrollo que genere equidad social; promueva la presencia efectiva del Estado en los territorios y permita la inversión privada que impulse la creación de empleo y oportunidades. Es esa sin duda la única posibilidad cierta de avanzar en democracia, mientras del otro lado lo que se ofrece es un cambio sustancial del modelo político y económico que ya hemos visto fracasar en otras latitudes cercanas.
Los grandes temas nacionales que requieren sin duda profundos cambios estructurales como son el de la justicia, la seguridad ciudadana, el régimen laboral y pensional, el sistema político electoral que aborte el clientelismo y la corrupción, la reestructuración del Estado para hacerlo más funcional y cercano al ciudadano, son entre otros; desafíos que requieren posiciones claras y coherentes para mejorar sustancialmente nuestra frágil democracia donde las libertades prevalezcan y no su eliminación a causa de un régimen dictatorial y autoritario.
En estas circunstancias habrá de avanzar el proceso democrático. Somos indiscutiblemente un país de regiones donde la diversidad geográfica, étnica, cultural y ambiental; constituyen nuestra gran riqueza que en el mundo globalizado e interdependiente de hoy; significa una ventaja estratégica que deberá ser administrada desde el Estado por un gobierno serio, sensato, transparente, sin extremismos ideológicos y en el cual, sus funcionarios, desde el presidente hasta el más humilde servidor público, coloquen sus talentos y capacidades al servicio de todos los colombianos, sin exclusiones ni discriminaciones.
Coletilla.- La designación de Ruiz López como Gerente del Pacto constituye la cuota inicial del andradismo en el hipotético gobierno de Petro. Hernán juega con Petro mientras su hermana juega con Fico. El cinismo del clan Andrade en su máxima expresión.
