Por: Rafael Nieto Navia
Me disculpo con mis lectores: he debido escribir esta columna hace dos semanas, pero se atravesaron la visita de la CIDH y el informe de Vivanco.
Políticos, columnistas y magistrados se han referido al uso por la policía de armas antidisturbios. La mayoría, aunque no todos porque algunos lo han hecho desde las bandas terroristas, no han prestado servicio militar y no distinguen un fusil o rifle de una carabina o una escopeta, o un revólver de una pistola. Pero casi todos piden que se prohíba el uso de armas no letales y que la policía disperse a los vándalos arrojándoles pétalos de rosa. Desafortunadamente eso no se puede, ni aquí ni el Cafarnaúm. Todas las policías del mundo utilizan esas armas y no se puede mandar a unos muchachos inermes a dar bastonazos cuando enfrentan a hombres con armas de fuego, cortopunzantes, bombas incendiarias y ladrillos.
Hay armas letales, que pueden causar la muerte, y no letales que, salvo por accidente, pueden causarla. En disturbios la policía solamente puede usar armas no letales. Las no letales tienen balas de plástico o goma y no tienen alcance mayor a 50/60 mts. Las hay con pelotas de espuma (“foam”) o viscoelásticas. La policía no las usa a menos de 30 mts. Se disparan a la cintura. Se las llama armas traumáticas. Son puramente disuasivas.
Los protocolos dicen que la policía puede usar mangueras de agua, ojalá con colorantes, aunque aquí se dijo que alguien terminó en el hospital por cuenta de un manguerazo. Ese medio debería incrementarse y es disuasivo si daña la ropa. También se usan escopetas calibre 12, parecidas a las de los cazadores, pero con perdigones no metálicos que solamente producen hematomas. Pierden su efectividad a más de 60 metros. Ya la “justicia” dijo que no se podían usar porque un manifestante murió por un perdigón que le impactó un ojo. La policía ha suspendido el uso de un cartucho de 12 mm denominado “super-sock”, y que corresponde a un saco que contiene perdigones de plomo envueltos en una malla de kevlar porque puede ser letal.
Los policías utilizan armas acústicas, como las granadas aturdidoras, que pueden afectar la audición transitoriamente. También gases lacrimógenos que, por supuesto, afectan los ojos.
Se ha pedido que se prohíban las armas de fogueo. La policía no las usa, pero sí los particulares. En realidad, no hay “armas de fogueo”, sino “municiones de fogueo” que funcionan con cualquier arma con un pequeño adaptador. Son las que se usan en las películas. Producen humo y ruido por la explosión de la pólvora, pero no arrojan nada al exterior del cañón.
Finalmente, pero no menos importante, está el uso de los equipos “venom”, un arma que lanza cohetes no letales en parábola. Según los reglamentos no se debe disparar directamente ni a corta distancia. Es un arma peligrosa si no se usa debidamente.
¡Claro que la policía debe defenderse! Yo recibí hace tiempos un video en el que un patrullero le pide a un teniente que no los manden inermes a enfrentar las turbas porque ellos son también seres humanos con familias y los pueden herir o matar, como ha sucedido con mayor frecuencia de la que se pudiera esperar.
No se puede dejar indefensa a la policía porque eso es igual a dejar indefensa y en manos de los violentos a la sociedad. Es lo que buscan. Es tanto como lo que quiere el inefable Roy Barreras: que los pilotos de los bombarderos pidan la cédula para verificar que no hay menores en los campamentos guerrilleros.