Alvaro Hernando Cardona González
En estos momentos que vive Colombia, de gran incertidumbre sobre nuestro futuro, el derecho, como ciencia ratifica esa condición, cuando demuestra que las reglas de comportamiento siguen las realidades sociales. En otras palabras, las reglas de comportamiento para toda la sociedad o una porción particular de esta (por ejemplo: las etnias, maestros, los pobladores de un municipio, etc) deben ser reflejo de lo que va a suceder o está sucediendo y genera conflicto. Al derecho poco le importan lo que no genera conflicto. Su propósito es evitar el conflicto, la paz, en definitiva, el aclimatamiento del conflicto.
Cuando esta columna comenzó a aparecer, en el año 1999, simultáneamente su autor se desempeñaba como docente en varias carreras de pregrado y universidades. La asignatura de derecho ambiental inició como una “electiva”, y poco a poco se volvió obligatoria de los currículos académicos. Y también era frecuente que propusiéramos revisar los periódicos regionales y escuchar las emisiones radiales, para identificar aquellas noticias que tuvieran relación el llamado medio ambiente, el uso de los recursos naturales (agua, vegetación, fauna, aire, etc) y con lo que ya era muy conocido como el desarrollo sostenible. Advertíamos que esas noticias poco a poco aumentaban. Y que al poner atención, era usual descubrir que sucesos aparentemente comunes, tenían relación con esos aspectos acabados de mencionar. Descubrimos que un accidente en carretera casi siempre era por deficiencias de la infraestructura y que estas se habían podido evitar si el trámite de la licencia ambiental era riguroso. Que riesgos asociados con la gran infraestructura minera o petrolera, también podían asociarse con el manejo ambiental.
Tal vez los temas ambientales eran poco visibles, pero tal vez demasiado pronto, la relevancia del tema ambiental, igualó y superó los siempre importantes e interesantes temas políticos. Alguien afirmó recientemente que “esa esa importancia estaría marcada por dos razones: porque la contaminación nos ha rebasado y afectado grandemente y no sabemos qué hacer con ella como sociedad; o porque somos una sociedad consciente que publicita nuestros logros en avances ambientales palpables”.
La ciencia jurídica se está permeando más y más de lo ambiental. Y se justifica: garantiza la vida, garantiza la paz social. Quien tergiversa el derecho, merece maldiciones: atenta contra la vida y la paz. Por eso el derecho está rebosante de sentido común y ética.
