Se cumplen este 9 de abril 75 años del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán por el establecimiento violento y corrupto que ha detentado el poder político en su protervo beneficio, por lo que resulta pertinente hacer referencia a la novela del escritor José Antonio Lizarazo publicada en 1952, que tiene como protagonista a Tránsito, una campesina tradicional de nuestro país como exponente de una gran parte de nuestra sociedad, utilizada por el autor para dar a conocer desde una perspectiva simple el padecimiento cruel que no nos abandona de una violencia política inútil y fratricida gracias al bipartidismo que ha influido en todos los ámbitos de nuestra sociedad, degenerada en la actualidad en múltiples violencias que no hemos podido controlar precisamente por la permanencia del odio que relata Osorio Lizarazo en su obra.
Pues bien: ahora que gobierna por primera vez en nuestra larga y convulsionada historia política generada por el odio incitado por el bipartidismo para que nos matáramos estérilmente hasta nuestros días -un genuino representante de la ideología social demócrata que seguía Gaitán como el presidente Gustavo Petro, empeñado en hacer las reformas sociales que implora nuestra descaecida sociedad-, en beneficio de lo que el caudillo liberal asesinado llamara el país nacional con sus angustias y necesidades permanentemente desatendidas por el país político ocupado en sus mangualas de siempre para sus torcidos beneficios producto de la sistemática corrupción que se mantiene arraigada como consecuencia de su vitando accionar: en coro sus alfiles ahora pregonan con bellaquería, cuando Petro reclama el respaldo del pueblo o sea del país nacional para su gestión de gobierno y sus reformas, que lo que está haciendo es instigar el odio de clases que no nos permite vivir en forma pacífica y civilizada.
Es así como tenemos que leer y ver en todos los medios al servicio del establecimiento la andanada de ataques infames al gobierno popular que encabeza el presidente Petro, por parte de sus corifeos reiterando marrulleramente que estimula la violencia y el odio que ellos mismos han incitado de vieja data instalando una cultura de odio para mantenerse en el poder asaltando el tesoro público desde los albores de la República, achacándole a su Gobierno ahora la situación de violencia e inseguridad que siempre hemos tenido por cuenta del establecimiento regido sistemáticamente por gobiernos corruptos y violentos de derecha que han entronizado una falsa política de seguridad democrática con base en la represión y el crimen que no han hecho sino generar más odio y violencia.
Por eso los días del odio se mantienen sin remedio hasta nuestros tiempos como parte de nuestra malsana cultura en medio de amenazas e intimidaciones de toda índole, en momentos en que hay empeño para consolidar nuestra esquiva y al parecer imposible paz, cuando el establecimiento ante la latencia de la guerra fratricida que el mismo creó con base en el odio, comienza a reclamar más represión y muerte, pregonando mendazmente que en este gobierno ya no tenemos la seguridad que nunca hemos tenido. Cínicos y embusteros.