La columna de Toño
Por Padre Toño Parra Segura
padremanuelantonio@hotmail.com
Domina en este texto de Jesús un grave sentimiento de tristeza y de angustia ante una doble perspectiva sombría y dolorosa: respecto de Jesús mismo en su Pasión y respecto de su Doctrina y de su Obra en el futuro, la contradicción y división que suscitarán entre los hombres.
Jesús vino a encender un “fuego misterioso” al cual se contrapone el agua de un “Bautismo” de dolor por el cual ha de pasar como requisito previo e indispensable para que ese fuego pueda encenderse y abrazar la tierra.
No es un fuego de castigo y de exterminio; es un fuego espiritual de efecto saludable para los hombres y glorioso para Dios.
Podemos pensar con la tradición patrística y con autorizados exégetas modernos que ese fuego simboliza el Espíritu Santo y sus Dones, principalmente la caridad.
Si Jesús nos trajo ese Fuego Divino, Él quiere que arda ya en cada corazón y queme las escorias que el pecado interpuso entre los hombres. Sabemos que el fuego tiene diferentes resultados en la vida ordinaria: alumbra, quema lo que está seco y purifica el terreno para nueva siembra.
El segundo punto en el mensaje de hoy es la contradicción que produce su mensaje entre los hombres, cuando se nos habla de división en la misma familia; Él no trajo la contradicción sino un mensaje de “Paz para los hombres de buena voluntad” (Lc. 2,14).
Cuando la familia se divide es porque no todos aceptan su mensaje y esto sí lo estamos viendo hoy en las familias cristianas. Una madre buena, que reza, que no falta a la misa, que comulga, que es paciente y acogedora vive en medio de una familia dispersada con un hombre machista que quiere dominarlo todo y con unos hijos “doctores”, para quienes la religión es algo del pasado o una entretención de la mamá.
Muchas veces será necesario prescindir de los vínculos de la familia, y aún romperlos bruscamente para seguir a Jesús y poder practicar su doctrina.
“Desde ahora” significa que el fundamento del hecho anunciado está ya puesto, aunque el hecho mismo se vaya a desarrollar más tarde: la disensión se producirá después de cumplido el bautismo de la pasión redentora.
Qué está produciendo en nosotros el fuego que recibimos en nuestro bautismo? No ha salido todavía a iluminar?, A brillar con luz propia y a contagiar a quiénes todavía no son bautizados? Un bautizado descreído es peor que un ateo.
Recordemos hoy que somos “luz y sal”, elementos significativos en todo apostolado para atraer a quienes no conocen los efectos de nuestro bautismo cristiano.