Sirvan las expresiones de la Margareth Thatcher para las grandes decisiones que se nos avecinan en este año, plagado de elecciones definitivas en dos de las ramas del poder público, base fundamental de nuestra averiada democracia, pero gracias a Dios, aun democracia.
“Llegué al cargo con una intención deliberada”, declaró. “Cambiar a Gran Bretaña de una sociedad dependiente a una autosuficiente, de una nación que me da a mí, a una que se hace a sí misma. Una nación que se levanta y se pone en marcha, en lugar de una Gran Bretaña que se sienta y espera”.
Toda una sentencia de vida democrática, fundamental para la sostenibilidad institucional nuestra, y de cualquier democracia del mundo.
A eso debe aferrarse nuestro país; Cambiar a Colombia de una sociedad dependiente a una autosuficiente, en lo posible, de acuerdo a nuestras capacidades y riquezas, para hacer de ellas el punto de partida para ese crecimiento sostenido y sostenible en el tiempo, en todos los sectores, político, económico y social.
De una nación que me da a mí, a una que se hace a sí misma; liberarla de ese yugo asistencialista de que todo debe dármelo, devolverle esa concepción basada en las obligaciones sinalagmáticas o bilaterales, que se caracterizan porque, ninguna de las partes puede compeler a la otra, a realizar lo que debe, mientras ella no haya realizado lo que le incumba o corresponde.
Hay que liberar a Colombia de esa manida creencia, que todas las obligaciones las tiene el Estado, mientras los ciudadanos deliberadamente ignoran las suyas.
Las obligaciones del estado se hacen exigibles hacia el ciudadano en particular, siempre y cuando, este, cumpla las suyas hasta en la forma de solicitarlas, y aun exigirlas. De lo contrario no sería posible su exigencia.
Si se busca un estado autosuficiente, hay que empezar gradualmente por reducir la dependencia basada en el asistencialismo a la sociedad; crear una cultura de la autosuficiencia en el ciudadano para depender menos del Estado, desde luego, entendiendo que, para salir de la pobreza, se requiere en sociedades como la nuestra, de apoyos del estado, y de estrategias, lo menos asistencialistas posibles, para liberarla de propuestas fraudulentas del socialismo del siglo XXI, como lo hizo la Thatcher.
Aquí como se practica en el juego conocido; todos ponen.
Una nación que se levanta y se pone en marcha, en lugar de una que se sienta y espera.
Y esto sirve, cuando hemos sido víctimas de desastres biológicos, y otros aun graves también, producto de los desequilibrios de los promotores del socialismo, invitando al fracaso económico y social, a la destrucción de nuestra economía, y opción de sociedad, por eso hay que levantarnos, volvernos a poner en marcha, erguidos desde luego, para poder enfrentar el futuro con hidalguía y decoro.
De ahí, nuestra Thatcher es y será María Fernanda Cabal, 100 % Cabal.