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El hechizo del arte en el Festival de Brujas de La Jagua

Nov 7, 2022

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DIARIO DEL HUILA, ESPECIALES

Por: Cristian Williams

Todo un ambiente de cultura y folclor se vivió en La Jagua, localidad cercana a Garzón que este año, celebró una versión más de su tradicional ‘Festival de Brujas’.


De lo mítico, lo artístico y lo paranormal que es, se ha hablado en varias oportunidades, aún más de su historia y de lo que representa para la diversidad cultural del Huila. La Jagua, aquél poblado de casi dos mil habitantes, que hace 400 años fue colonizado por los españoles, llevó a cabo su festival de las brujas en su XXII edición.

La expectativa que genera poder toparse con tan enriquecimiento cultural y la connotación de la frase “de que las hay, las hay” hace a propios y visitantes un mar de intriga, tal como ocurrió conmigo, por lo que la cita fue a unos cuantos minutos de Garzón al suroriente del Departamento.

Ya en La Jagua, a eso de las 3 p.m, el ambiente se tornaba florecido de magia y encantamiento con la cuentería para “atrapar” en el mundo de la lectura a las nuevas generaciones. La poesía se tomó La Jagua por algunos minutos. Al lado de lo que allí ocurría, los stands de emprendedores, que con su creatividad e impulso han logrado proyectarse y mirar más allá de lo que sus ojos alcanzaban a observar, también acaparaban miradas del público, claro que sí, estos también hacían parte del espectáculo. Con media hora transcurrida de haber llegado, lo primero que nos sorprendió, más allá de la arquitectura de las casas, las calles y la iglesia del parque, fue ver una colección de ‘el mejor amigo del hombre’ en miniatura. Hernán Buitrago, quien muy amablemente nos atendió, enfatizó su arte en los cien modelos de perritos de todas las razas y las pinturas de aves ubicadas alrededor de su espacio. Don Hernán, ha participado en ocho ediciones de la feria y espera participar en más.

Visitantes de aquí y de allá

Se acercaban las cuatro de la tarde, y la participación en la festividad se hacía mucho más notoria por parte de quienes llegaban de otros sectores del país. Turistas de Ibagué, otros de Bogotá, además de algunos territorios del Huila, ya estaban listos para presenciar la mayor expresión de cultura colorida y mítica que puede ofrecernos La Jagua.

Todos llegaban a deleitarse del escenario, ya sea de la iglesia, las fachadas de las casas y/o los stand; no había cabida para la amargura ni la desazón, aún más al ver que todo salía de maravilla para los expositores. Bueno, quedaba bastante por explorar y llegamos precisamente a “Bezawisa”, un emprendimiento cuyo nombre exótico es gracias a Beatriz Cabrera, una tesa para hacer todo tipo de pulseras, collares, zapatillas para damas y bolsos, dejando volar toda su creatividad. “Un día me regalaron un estropajo e hice la primera sandalia con plataforma y desde entonces seguí hasta llegar hasta acá”, agregó la señora Cabrera.

Continuando la ruta por los stands de la feria, Rubén Trujillo, uno de los creadores de “Artesanías Yuma”, emprendimiento que surgió como una muy buena opción para hacer resiliencia en contexto de pandemia, compartió con nosotros toda la artesania elaboradas a mano con los distintos materiales del ecosistema. Manillas, collares, piedras de ‘buena energía’ con flores dentro de sus joyas, estampados, y demás obras adornaban los escaparates de su exposición. El mayor interés de Rubén, uno de los precursores de la idea, y su pasión por este tipo de artesanía radica en el mensaje de la importancia de ser eco amigables y más tiernos con el ambiente que habitamos.

A propósito de ternuras, el stand “Ternuritas y algo más” nos deja ver que ser apasionado por el arte no tiene límites, y que las ideas hay que dejarlas volar. Luz Marina Muñoz, quien es docente desde hace varios años, ahora combina su vocación por la enseñanza con la creatividad de sus manos. Ves lo que hace con una cuanta lana y aguja y te quedas sorprendido, mucho más darnos cuenta que ‘la profe’ Muñoz ha participado en todas las ediciones de la Feria, y como una experta en la materia nos relató cómo ha sido su experiencia desde la primera. “Han llegado más artesanos y se ha ido enriqueciendo la feria con el paso de sus ediciones” nos agregó.

En el festival también hay espacio para los emprendedores.

Con la tarde ya culminando, el celular a media carga y con escasa señal señalaban las cinco y media de la tarde, y como si se tratase de algún embrujo, todo empezó a girar en torno al próximo desfile de zancos y de la banda marcial que en la agenda partiría a las 6 y 30 p.m. Las personas, mientras tanto seguían festejando, reunida en sus casas, en restaurantes, o en los andenes, otros, de igual manera, paseaban anonadados y enterándose por las redes al darse cuenta de lo que se habían perdido al no llegar a La Jagua. Claro está, sabemos que este es un ‘pueblito encantado’, pero lo que poco sospechábamos es que nos encontraríamos con el stand que lleva el mismo nombre. No se trata de ningún sobrenombre, es el arte de Cielo Marín, quien ha inculcado a sus hijos y sus nietos la magia de la literatura y se propuso a través de esta direccionar su vocación hacia el tejido y la elaboración de manualidades.

Del parque a las calles

Sobre las 7 p.m nos topamos con la banda marcial, la cual se dirigía al polideportivo, lugar en donde partiría la próxima puesta en escena. Tuvimos la oportunidad de hablar con él, aunque haya sido a oscuras, igual, era casi perfecto para ambientar, casi como su maquillaje. El director de la banda marcial se notó entusiasmado por la feria y por la próxima salida de sus pupilos. Junto a la banda, se acercaron los zanqueros. Impresionante marco el que se notaba.

Nada más hechizante que ver manualidades, sombras, gráficos, puestas en escena y literatura en un lugar al parecer pequeño pero acogedor como La Jagua. Todo estaba a pedir de boca, y a propósito de la misma, algunos personajes exhalaban fuego como si fuesen dragones. Al parecer en épocas de brujas estos también aparecen.

La salida del desfile se tornó un poco aparatosa pero no menos artística, el reloj de mi celular me avisaba que se acercaban las ocho de la noche (siete y veinte exactamente) El fuego, las luces, los bailes, la música y la gente, todo se hacía presente. Estando dentro del espectáculo, los espectadores no desaprovechaban la oportunidad de la selfie, del directo y de hacer suya esta festividad. Habíamos recorrido varios metros y los zanqueros seguían mostrando sus destrezas, las luces de neón aparecían y se adhirieron al escenario. La poca luz no fue impedimento para que personas como Jorge, quien llegó de Pitalito, pudiesen apreciar lo iluminado del festival.

El segundo día de la feria en La Jagua culminó con broche de oro, ya que, al llegar al punto final del desfile, la puesta en escena la protagonizó el baile y las sonrisas de las personas. Pero si a sonrisas nos referimos, durante el desfile pudimos notar la presencia de la ‘Reina de la Alegria’, quien nos deleitó con su carisma y entrega por contagiar a propios y extraños de esa emotividad que nos provoca sentirnos alegres.

Tras haber culminado el desfile, con la radiante sonrisa del festival tuvimos que ‘frenar en seco’ y dar por terminado nuestro recorrido (y nos agarró la noche, puesto que ya eran más de las 8 p.m) por el acogedor pueblo al que bautizaron La Jagua, no sin antes prometernos volver, y en especial tratar de persuadir a quienes no han tenido la oportunidad de ir para que enriquezcan de arte sus miradas.

Los zanqueros un arte lleno de cultura y misticismo.

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