Diario del Huila

El hijo que no ha llegado

Jun 26, 2023

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Por: GERARDO ALDANA GARCÍA

Con fragmentos del poema, El hijo que no ha llegado, el periodista Juan Cárdenas García, abordaba matices de la novela El Niño de las Cruces, que se lanzó el pasado jueves 22 de los corrientes en la Biblioteca Departamental “ Olegario Rivera “ de Neiva. Y lo hizo con una introducción sumamente interesante en la que significaba cómo, tanto la izquierda como la derecha en Colombia, han perdido su esencia. Decía el comunicador que, en los orígenes de la guerrilla colombiana, pertenecer a esta era un honor. Dejar que un miembro de la familia llegara a sus filas, era una razón de sensible honor e invaluable manifestación de amor por el pueblo.  Era una guerrilla con nobles ideales de equidad y justifica, de desarrollo y paz, terminaba su intervención el comunicador y director de un noticiero radial en la capital huilense.  

En el seno del concurrido auditorio del lanzamiento de la novela, el periodista emocionó a todos al declamar lo que a continuación reproduzco: Seis hijos tuvo Manuel, el compa del otro lado. Cuatro fueron guerrilleros, cuatro son y están peleando. Uno vive con su mama, y el otro fue asesinado. Y yo sin siquiera un hijo, en once años de casado, luchando por el hijo, por el hijo que no ha llegado. Pero eso sí, cuando nazca el verraquito, si es que nace el condenado, le diré: Anda gran muchachito, nos vamos, nos vamos para el otro lado, a ingresar a la guerrilla y a luchar por el explotado”.

Ciertamente, decía otro de los asistentes al acto, tener un miembro de la familia en la guerrilla, era similar a que uno de sus hijos se hubiese vuelto sacerdote. No obstante, los matices de la insurgencia de hoy, obviamente bajo la influencia de las dinámicas de intereses y de poder propios de la modernidad del siglo XXI, distan mucho de lo que fue el pensamiento altruista de la guerrilla primigenia.  No es del caso entrar a detallar las diferencias tanto en las perspectivas de desarrollo, como de las formas de financiación de los grupos relativos a la insurgencia de hoy versus los de otrora en finales de los años 50 e inicios de los 60.  Pero la esencia perdida no es solo característica de la guerrilla, lo es tan bien de la posterior derecha, la misma que se renueva y se alimenta del vigor de la izquierda cuya supervivencia se convierte en la razón de existir de esa otra facción de defensa del interés popular; la derecha, defensora del pueblo. Una de las características que fundan la tesis de que una y otra ala de la política y vida nacional, con brazos de grupos armados al margen de la ley, han perdido la esencia, es el claro y manifiesto desprecio que tienen por la vida de los seres humanos, la cual pueden cegar sin el menor reparo. Por supuesto que no es sano meter a todos los miembros de una y otra manifestación política, en un solo canasto para denigrar de su proceder. Se reconoce que en una y otra colectividad hay hombres y mujeres probos, en quienes no existe asomo alguno de interés por la violencia o el abuso. El hecho es que, como bien lo sugiere la novela El Niño de las Cruces, existe una luz que puede orientar a una sociedad en busca de la paz. Se trata del pensamiento que reconoce que el enemigo del hombre no está fuera de él, no es su congénere, no es el gobierno; lo es su propio enemigo oculto, ese que vive en la mente de cada uno y que lo incita a la violencia y la barbarie.

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