Parapeto
Por: Julio Bahamon
Eso es el sur del Huila para el mundo, con su herencia arqueológica, su localización, su gente y por consiguiente lo es para nuestro departamento. Una riqueza inestimable.
Durante las festividades del San Pedro realicé un recorrido por la mayoría de las zonas arqueológicas en el sur del dpto. en compañía de dos familias de amigos de los EE. UU. que no conocían la importancia y la belleza de la región, con el ánimo de promocionar su riqueza histórica y la exuberancia de sus tierras.
Los parques y su patrimonio, reconocidos por la Unesco en 1.995 están intactos, y cada día recobran la admiración de los turistas nacionales, y asombran a los extranjeros.
Sin embargo, a la región la han olvidado las autoridades locales, departamentales y nacionales.
Algunos de los alcaldes anteriores, con obligadas excepciones, así como los últimos gobiernos regionales, exceptuando al actual, en lugar de ayudar al mejoramiento y modernización de las obras de infraestructura vial y sanitarias se dedicaron a asaltar los menguados presupuestos y engañaron a sus habitantes.
Pude observar las vías completamente deterioradas en el mal llamado circuito turístico del Huila, que lo integran los ocho municipios del sur del departamento. Sentí tristeza y rabia al ver el pésimo estado de sus carreteras; no logré ver las obras de acueducto, pues no existen, ni de alcantarillado, obras que brillan por su ausencia y demás instalaciones que debemos proporcionarle a la región si queremos tener un turismo agradecido con los servicios esenciales a su disposición.
A manera de ejemplo tenemos que la vía, San Agustín – Obando cuyo contrato de ampliación y pavimentación se suscribió en el año 2.012, durante el gobierno de Carlos Mauricio Iriarte y se continuó en la administración de Carlos Julio González no se ha terminado. Por consiguiente, se puede afirmar que la inversión presupuestada se perdió, estimando esa pérdida en más de $11.000 millones de pesos; algo similar ocurre en la ruta que conduce al Salto de Bordones en Isnos. Ninguna de esas obras se ha terminado. En otra carretera, la que va del cruce de Saladoblanco hacia Oporapa, de la misma forma, se encuentra inconclusa, ya que las autoridades de la época se ocuparon de birlar una buena porción del presupuesto de inversión. La carretera Fortalecillas cruce Cucara – Villavieja hasta Tello, y Cruce Betania hacia Palermo son verdaderas trochas, pues el gobernador González Villa que fue quien contrató las obras de pavimentación permitió que el contratista se robara buena parte del presupuesto destinado para la reparación de ambas vías. Basta ver los espesores de la estructura del pavimento para darse uno cuenta que las especificaciones no se cumplieron.
Pero esos alcances fiscales, que son muy graves y deben ser investigados, no es lo más delicado. Lo escandaloso es el estado de deterioro de la carretera principal, o ruta 45, que va desde Neiva hasta Pitalito y San Agustín. Me atrevo a señalar a este corredor con el conocimiento que tengo de las vías en concreto, como quiera que durante los años, del 71 hasta el 77 ejercí funciones como ingeniero jefe del Fondo Nacional de Caminos Vecinales y director del Distrito 11 de carreteras del ministerio de obras públicas, respectivamente.
Podemos decir que la Ruta 45 se encuentra en cuidados intermedios. De Neiva a Gigante la calzada esta aceptable. De Gigante hasta Altamira su carpeta asfáltica está bastante deteriorada, una importante superficie muestra desgaste con “piel de cocodrilo”, y desde Altamira hasta San Agustín su estado es lamentable. Hace pocos años advertí que en el sitio de Pericongo, unos doscientos metros más adelante en la dirección hacia Timana, el talud superior izquierdo muestra una gravísima falla de deslizamiento con una enorme masa en movimiento y nadie me paró bolas. Esa fractura aun está moviéndose y debe ser revisada cuanto antes por las autoridades para prevenir un posible derrumbamiento de la carretera en ese sitio.
Algunos creen y se contentan con el hecho simplista de que se han “tapado sus huecos”. ¿Eso es suficiente? No, señores, ese tratamiento es un vulgar placebo, es un engaño, así como parchan los huecos ahora, al cabo de pocos dias con el invierno y el tráfico pesado, la carpeta asfáltica se rompe nuevamente, y el daño es de nunca acabar si no se toma la decisión de hacer las cosas bien. Por otro lado, el deterioro de su calzada y el tráfico pesado hace que la velocidad promedio en todo el recorrido sea inferior a los 35 km/hora. Tiempo promedio de recorrido de Neiva hasta San Agustín es de 5 a 7 horas.
La única solución para el trayecto es exigirle al gobierno que las inversiones que se van a adelantar en la carretera partan desde San Agustín. Esto es, que la ANI ordene al concesionario para que el punto PR+0, o Punto de Referencia, se localice en San Agustín, y que las obras comiencen desde San Agustín y Pitalito hacia Neiva. Con prioridad Pericongo. ¡Ojo! Con Pericongo.
Si esto no se logra, me temo mucho que el presupuesto de las obras, que en el gobierno Duque tuvo un recorte del 50%, quedando en apenas $1,67 billones de pesos, no alcance y que el sur de mi departamento se quede sin la anhelada e importante inversión por la que han venido luchando toda la vida.