Ruber Bustos Ramírez
La noticia del fallecimiento de Carlos Castañeda, el hombre que durante dos décadas personificó a Juan Valdez, resonó en los corazones de millones de personas en todo el mundo. Para mí, esta pérdida va más allá de la partida de un rostro conocido; representa el adiós a un símbolo, a un embajador de la cultura cafetera colombiana cuyo legado trasciende generaciones.
Mis encuentros con Carlos, ya sea en eventos promocionales o en conversaciones informales, siempre dejaron una huella imborrable en mí. Detrás de la imagen del icónico caficultor, encontré a un hombre amable, cálido y profundamente comprometido con su labor. Su pasión por el café colombiano era palpable en cada gesto, en cada palabra pronunciada con orgullo y emoción.
Carlos no solo representaba a Juan Valdez; encarnaba los valores de los miles de caficultores que día a día trabajamos en las montañas de Colombia para producir uno de los mejores cafés del mundo. Su dedicación y profesionalismo iban más allá de las cámaras; era un verdadero embajador de nuestra tierra, llevando consigo el aroma y la esencia de nuestro café a cada rincón del planeta.
La noticia de su partida me llena de tristeza, pero también de gratitud por haber tenido la oportunidad de conocer a un ser humano excepcional como Carlos Castañeda. Su legado perdurará en cada taza de café colombiano que disfrutemos, recordándonos la importancia de valorar y preservar nuestras tradiciones más queridas.
Es doloroso ver cómo algunas personas intentan aprovecharse de su ausencia para usurpar su identidad como Juan Valdez, sin comprender la verdadera esencia que él representaba. Es fundamental honrar su memoria con respeto y gratitud, reconociendo su invaluable contribución a la promoción y preservación del café colombiano.
Hoy, alzo mi taza en honor a Carlos Castañeda, un amigo, un compañero y un verdadero símbolo del café colombiano. Que su legado inspire a las generaciones futuras a seguir cultivando y compartiendo la pasión por esta noble tradición cafetera.
Su recuerdo vivirá en cada sorbo de café, recordándonos la grandeza de un hombre que personificó lo mejor de nuestra tierra y su gente.
