Por: Aníbal Charry González
Con la renuncia dando espectáculo politiquero al mejor estilo de su patrón, que presentara de su condición de congresista el esbirro para sobornar testigos Álvaro Hernán Prada, tratando de huir de la Corte Suprema de Justicia que es su juez natural por disposición constitucional, quedó confirmada la estrategia pérfida que como mal ejemplo tenía que seguir para deslegitimar a la justicia buscando impunidad, escogiendo el juez que se la garantice con la fiscalía de bolsillo del régimen que ya solicitó la preclusión de Uribe con el apoyo de la procuraduría, que también se sumó a su defensa actuando todos a una en ese propósito como con acierto lo afirmaron los abogados de las víctimas.
Y es que el bien renunciado congresista que se representaba a sí mismo y a los intereses de la politiquería, solo servía para los menesteres que le encargaba su amo político que lo tienen encartado ante la justicia y para hacer nombrar a sus financiadores en cargos diplomáticos, tan pronto fue advertido por alguna razón de que iba a ser juzgado por quien lo debe juzgar dada su investidura, acudió inmediatamente a la misma estrategia de su mandante, de acudir previamente a los micrófonos antes de presentar la aceptación de su conveniente renuncia a la Corte solicitándole la pérdida de competencia para que pasara el expediente al nuevo juez que le garantizara la impunidad, al punto que al mismo momento de publicitarla en el congreso, anunciaba cínicamente su aspiración al Senado en las próximas elecciones convencido de su inocencia que sería ratificada como ya se hizo con su patrón por la fiscalía títere de marras.
Y habló de que su renuncia para huirle asustado como liebre perseguida por zorros a su juez natural, era una demostración de la politización de la justicia por estarlo investigando sin garantías para su defensa, cuando se trata realmente es de la judicialización de los políticos corruptos, como tantos otros que han sido judicializados por cometer crímenes como en el proceso 8000, la parapolítica y el asalto consuetudinario al tesoro público, que han querido hacer ver malsanamente para la tribuna como persecución política, cuando es un deber constitucional procesarlos por sus fechorías, y han sido ellos los que han tratado de deslegitimar perversamente el accionar de la justicia creyéndose impunes, causando daño irreparable a su reputación y credibilidad.
Que no cante victoria anticipadamente el huidizo e incompetente excongresista buscando impunidad, porque la Corte para terminar con este sainete vergonzoso tendrá que resolver si pierde la competencia para que un juez de menor rango y este sí politizado y de bolsillo convirtiendo en rey de burlas a la justicia, sea el que conozca de la investigación y el juzgamiento de congresistas cuando tienen un fuero constitucional al que no pueden renunciar a su amaño, para que sea su juez natural el que conozca privativamente de los delitos que cometan como lo ordena perentoriamente la Constitución, porque entonces para que se consagró el fuero que no debían tener los congresistas para ser procesados por sus crímenes.