Diario del Huila

El maltrato en las facultades de salud

Jul 23, 2024

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ALFREDO VARGAS ORTIZ

Orgullosamente Docente, Universidad Surcolombiana

Doctor en Derecho, Universidad Nacional de Colombia.

En Colombia y en Latinoamérica en general, la violencia está extendida; mujeres, niños, ancianos y ciudadanos son víctimas permanentes de agresiones producto del irrespeto a sus derechos. Hoy quiero proponer una reflexión sobre lo que está ocurriendo en algunas facultades de salud de nuestro país, pues resulta del todo inadmisible creer que quienes han jurado defender la vida terminen afectando la de sus propios discípulos con oprobios, insultos y humillaciones que distan de la profesión y que nada tienen que ver con la humanidad que debe caracterizarla.

Los casos son recurrentes, al punto de que la “Asociación Nacional de Internos y Residentes” ya le solicitó al Ministerio de Salud una intervención al respecto. Lo lamentable es que las denuncias son infructuosas o silenciadas por el temor reverencial que los discípulos tienen hacia sus maestros, y por la desafortunada solidaridad de gremio que termina quebrantando la dignidad de los estudiantes. Se ha llegado al extremo del reciente caso de la estudiante de Medicina en la Pontificia Universidad Javeriana, Catalina Gutiérrez Zuluaga, quien decidió quitarse la vida.

No entiendo qué pasa por la mente de un profesional de la medicina cuando realiza estas prácticas con sus propios alumnos. El ego no les permite visualizar que son seres humanos imperfectos, llenos de problemas y de situaciones que los hacen igualmente vulnerables, y que en poco tiempo la vida les va a cobrar cada insulto y humillación que realizan. Es posible que la justicia humana, imperfecta e impune, no les llegue, pero les aseguro que la divina sí será implacable.

Conocí de primera mano casos en los que médicos decidieron no especializarse o irse al exterior para estudiar en otros países, precisamente para evitar ser víctimas de este tipo de conductas absolutamente reprochables. Lo mismo ocurre en una de las facultades de medicina de nuestra ciudad, en la que al parecer las denuncias por maltrato entran por un oído y salen por el otro, sin respuestas contundentes ni resultados. Claro, uno sabe que existen maestros dignos y respetuosos con sus alumnos y que la mayoría lo son, pero quienes se atreven a quebrantar las normas de humanidad deben ser llamados al orden y hacerles entender que están en el camino incorrecto.

Uno entiende que los médicos atienden situaciones extremas, que su actividad pocas veces es agradecida, que, en efecto, son maltratados por sus pacientes o familiares en muchas ocasiones y que los niveles de estrés son superiores. En este sentido, es claro también que esa es la profesión que eligieron y esos son los desafortunados problemas que hemos heredados de un sistema social que reproduce la violencia en todas sus dimensiones. Pero también es importante recalcar que nada de ello justifica el maltrato. Urge que existan en las facultades de salud procedimientos mucho más estrictos frente a la promoción del buen trato. Esto no tiene nada que ver con hacer médicos débiles o poco preparados para enfrentar su dura carrera. La violencia trae más violencia y quienes son maltratados, desafortunadamente, en el futuro serán maltratadores.

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