Por: José Eliseo Baicué Peña
En junio se viven las fiestas del Sampedro y se celebra también el Día del Padre de Familia, mal llamado Padre a secas, pues el Padre lo concibo como el Dios Todopoderoso. De tal manera, que cuando se quiere hacer alusión al papá y se quiere utilizar la palabra padre, debe acompañarse de la expresión de familia.
Un papá que mata a golpe a su hija porque iba mal en el colegio, otro le quemó las manos a su hijo porque le sustrajo dinero, y varios menores estuvieron encadenados durante varios años porque su padrastro y madre así lo quisieron; todas estas son noticias muy comunes.
Bien es sabido que existen normas, leyes y todo tipo de acuerdos para evitar o minimizar esta problemática. Pero, paradójicamente los índices aumentan cada día. Se producen manifestaciones de rechazo, de condena y hasta juicios exagerados en contra de este tipo de violencias.
Según los expertos, la medida más acertada es estudiar el fenómeno y pensar una estrategia pedagógica que rebase el componente cultural desde la base de un trabajo en donde intervenga el gobierno, la familia, la escuela, los gremios, el ICBF, y otras agremiaciones como fundaciones y ONGs. Eso me parece prudente y pertinente, pero creo que habría que agregarle una buena dosis de mejoramiento de los procesos de comunicación intra y extrafamiliar.
Pues, ningún proyecto tendría éxito si se continúa con el actual deterioro de tejidos comunicativos que se germina en la familia, se traslada a la escuela y aposenta en la sociedad, en el entorno. No existe una buena relación papás-hijos en la mayoría de los hogares. El encuentro cara a cara se desmaterializó hace ya varios años. O ya no hay tiempo para ello, los horarios de encuentro no coinciden.
Quizás, también, no resulta atractivo para los padres tener una conversación con sus hijos, y a éstos les parece aburrido dialogar con sus progenitores. Los primeros están cansados para hacerlo, y se inclinan por la televisión. Los menores prefieren estar “conectados” con la tecnología en su máxima expresión, ojalá la más moderna, la que está en boga.
No en vano, se habla que la presente era son los hijos del iPhone, iPad, la Tablet o simplemente de la Internet. Y como siempre lo he señalado, no pretendo decir que la tecnología sea mala. Por el contrario, me parece fabulosa. Pero no puede llegar a suplantar al valor de lo humano, el calor familiar, o una amena conversación.
El mes del papá.