Por Diana Montes
En la columna pasada, habíamos quedado en que la reforma laboral iba a aumentar los costos para las empresas y que, sin embargo, no iba a generar desempleo. La pregunta es: ¿Cómo pueden los empresarios mitigar este aumento en los costos?
Debemos remitirnos hasta hace un siglo, cuando por las luchas del movimiento obrero se logró el mayor hito en su historia: el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas (ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de estudio). Pasar de jornadas laborales de 12 o 14 horas a jornadas de 8 horas implicó para las empresas un gran aumento de sus costos laborales; sin embargo, no solamente el capitalismo sobrevivió, sino que salió fortalecido. ¿Cómo fue esto posible?
Fue posible gracias a los empresarios innovadores. En este punto, es necesario explicar algo sobre el cambio tecnológico: el cambio tecnológico se da solamente cuando el reemplazo de las máquinas por mano de obra sale más barato que el mantenimiento de la mano de obra. Entonces, gracias al encarecimiento de los costos laborales que implicó la disminución de la jornada laboral a ocho horas, los empresarios innovadores salieron avantes de la competencia en el mercado, pues ellos fueron capaces de adaptarse a las nuevas circunstancias.
Es bien sabido que una de las características de la economía colombiana es el subdesarrollo. Y este subdesarrollo se debe fundamentalmente a la baja tecnificación de nuestro aparato productivo. Esta baja tecnificación es la causa de la baja productividad y, por lo tanto, es lo que explica la baja competitividad de nuestra economía en el mercado mundial. Nuestros empresarios son muy importantes, porque ellos con su pujanza y capacidad de innovación, son los únicos que pueden liderar el cambio tecnológico en nuestra economía, siendo que es una economía basada en la propiedad privada y el libre mercado. Sin embargo, si los costos laborales son tan bajos, nuestros empresarios no se verán incentivados a cumplir su rol más importante en la economía: ser agentes de revoluciones tecnológicas, de innovación en los procesos productivos. En este sentido, también es una buena noticia la reforma laboral.
Sin embargo, aunque estoy segura de que nuestros empresarios innovadores liderarán nuestra economía en las nuevas condiciones que impondrá la reforma laboral, es necesario también que reciban apoyo gubernamental para que puedan impulsar el cambio tecnológico: por eso es necesario que el Gobierno Nacional y el Banco de la República bajen las tasas de interés. Así los empresarios podrán acceder al crédito y financiar sus ideas innovadoras.
