Ernesto Cardozo
Faltando apenas 13 meses para la elección del nuevo congreso y 16 para la primera vuelta presidencial, el mundo político nacional vuelve a agitarse pero en esta ocasión en un contexto bastante diferente al que históricamente hemos conocido.
El primer factor nuevo desconocido lo constituye sin duda alguna, las inevitables consecuencias económicas, sociales y culturales derivadas de la pandemia. El segundo aspecto novedoso se relaciona con la enorme influencia que ejercen hoy las redes sociales, las que han desplazado a los medios de comunicación tradicionales en la formación e influencia de opinión política. Y el tercero, no menos importante, el acentuado e inocultable desgaste de los partidos políticos y de quienes son sus voceros y representantes.
En estas condiciones, el partidor electoral adquiere unas circunstancias específicas que habrán de exigirle a los actores políticos un gran esfuerzo por despertar el interés y el entusiasmo de sus propios militantes y con mayor razón de quienes mantienen la tendencia de ser abstencionistas.
La denominada polarización ideológica y política parece ser el único elemento que despierta algún entusiasmo sobre todo en las maquinarias electorales de congresistas que buscarán su reelección, las que, a su vez, se expresan regularmente en la elección presidencial, aunque es evidente que en cada ocasión tienen menos influencia frente al voto independiente y de opinión.
En este escenario es donde todavía esos medios de comunicación tradicionales siguen siendo persistentes en estimular la polarización, anunciando con alta dosis de futurología que el debate político habrá de girar entre las extremas derecha e izquierda y con un especio asegurado para el centro; cuando las realidades que se perciben insinúan un escenario donde la credibilidad, confianza, honestidad y serio compromiso de los candidatos en generar oportunidades laborales y de equidad social, parecen ser las verdaderas expectativas del ciudadano que esta hastiado de promesas incumplidas.
Las reformas estructurales al sistema judicial; al sistema político y electoral; al régimen laboral y pensional y la lucha frontal contra la corrupción, el narcotráfico y la violencia; serán las propuestas más atractivas para definir la sucesión presidencial. Por su parte, la renovación del congreso con la obligatoria inclusión legal de la representación femenina, permitirá confrontar a los viejos y desgastados cacicazgos afianzados en el clientelismo, con las nuevas promociones de liderazgos frescos aglutinados en movimientos sociales independientes.
Ya se vislumbran en el escenario los juegos de la mecánica electoral en donde las coaliciones partidistas están a la orden del día, especialmente para la sucesión presidencial; mientras que para la de congreso, los partidos y movimientos empiezan a barajar los nombres de quienes encabezarán las respectivas listas buscando liderazgos atrayentes que sumen los votos necesarios para obtener el umbral y el indispensable arrastre hacia los demás candidatos con el fin de no perder curules ni protagonismo en la frondosa burocracia.
El panorama que se observa no es el mas adecuado para la actividad proselitista. La prolongación de la pandemia con sus secuelas en la salud pública, en la economía y el empleo, así como el desgano y la frustración con la clase política, constituyen elementos que conspiran contra el juego de intereses en que se ha convertido por desgracia la noble actividad política.
ANEXO.- Bienvenido al Diario del Huila Melquisedec Torres quien aportará su consagrada experiencia así como su capacidad investigativa y analítica en beneficio de la región y del buen periodismo. Felicitaciones a sus propietarios y al amigo que seguramente cosechará nuevos éxitos.
