Por: Luis Alfonso Albarracín Palomino
Es frecuente escuchar a través de los medios de comunicación a los voceros del gobierno nacional, que el Fenómeno del Niño presenta una desaceleración en el desarrollo de su fase inicial, pero que nos debemos preparar y tomar las medidas necesarias, porque persisten una probabilidad significativa de ocurrencia de una intensa sequía durante el tercer trimestre del año en curso. Las oleadas de calor que se han venido presentando durante los últimos días, han puesto en evidencia el nivel de vulnerabilidad en que se encuentran los ecosistemas estratégicos en el departamento.
Pero también es fundamental advertir sobre las consecuencias negativas de las quemas controladas, las cuales, a corto plazo, pueden ser efectivas en el objetivo de aumentar la productividad de los suelos, pero que en un término mayor los deterioran irremediablemente, además de los enormes riesgos que entraña esta práctica en tiempos de sequía como los vividos en algunas regiones del país. Y aquí debe decirse también que pareciera que el país no lograra aprender de las lecciones de eventos de sequía pasados, incluidos varios fenómenos del Niño. Este tiempo con disminución crítica de lluvias no son nuevos en nuestra historia reciente, y por ello ya debería estar claro qué actividades es mejor evitar mientras regresan las precipitaciones.
La realidad que estamos viviendo por el cambio climático, deben generar transformaciones en la sociedad, en favor de la resiliencia y la adaptación, para no improvisar literalmente apagando incendios en todo nuestro territorio. Además, se deben extremar los controles para prevenir estas emergencias de carácter antrópico, para lo cual es indispensable que las autoridades gubernamentales apoyen la dotación de equipos y de la logística necesaria a los Organismos de Socorro para prevenir y atender eficientemente las situaciones de quemas forestales.
Por tal motivo debemos estar preparados con el fin de minimizar riesgos que afecten el bienestar de los huilenses. Continuemos con las acciones interinstitucionales para abordar y afrontar los desafíos que trae el cambio climático, y el impacto que éste genera en diferentes ámbitos como oferta hídrica, producción de alimentos, salud, infraestructura, generación de energía, y todo el conjunto de servicios ecosistémicos.