LA COLUMNA DE TOÑO
Por: Padre Toño Parra Segura
padremanuelantonio@hotmail.com
Este Cuarto Domingo después de la Pascua en la liturgia de la Iglesia ha sido especialmente dedicado a recordar la figura amable del Único Buen Pastor que es Jesús, que conoce a sus ovejas, las ama y da la vida por ellas.
Durante su misión profética, Jesús utilizó algunas auto-definiciones no para elogiarse con vanidad, con títulos, sino para que identificaran su misión a través de esas expresiones: “Yo soy la luz del mundo, Camino, Verdad y Vida, Pan de vida eterna, Buen Pastor, la Puerta, la Resurrección y la Vida”.
En cada una de ellas, una vez identificado, sus seguidores que somos todos tenemos la necesidad de aprender a definirnos y a ser testigos de nuestra misión.
Se asocia a esta realidad litúrgica la jornada mundial de las vocaciones, como preparación para el ejercicio de esa misión encomendada por Jesús a los apóstoles.
Desde luego nuestra gente, generosa y creyente en este día festeja a sus párrocos y a todos los sacerdotes que tenemos la difícil tarea hoy de continuar la misión de Jesús.
Pero esto nos sirve también para una revisión de nuestra actividad pastoral, para hacerla realista y exigente, y para evitar la imitación de los fariseos que eran los falsos pastores, que no reconocieron a Jesús. Paulo VI enumera algunas cualidades que debe tener el Buen Pastor: “Debe aparecer como Padre, Maestro, Educador, Consolador, Corrector, Amigo y Consejero” (Siervos del Pueblo #66)
Las exigencias del Evangelio de Jesús nos llevan hoy particularmente a los sacerdotes, a escuchar a Jesús, descubrir la Eucaristía como encuentro amistoso de comunión, de comunicación profunda de personas, a través de la Palabra para un conocimiento recíproco y una amistad sincera y fiel.
Otro cuestionamiento sería nuestra cercanía con la gente, fuera de los ritos del templo, donde gracias a Dios todavía es abundante la asistencia.
El Evangelio nos muestra a Jesús que vivió verdaderamente la vida de su pueblo; que su pastoral no consistía tanto en moverse mucho, ni en muchos planes operacionales, ni su pretensión fue llegar a toda la gente; Él se pone en contacto con personas con nombre propio y vivió con ellos una amistad profunda: “Mis ovejas me obedecen y yo las conozco, ellas me siguen cuando yo las llamo” (Jn. 10, 27).
La cercanía y la amistad son, ingredientes esenciales, pero raros en la difícil tarea que tenemos.
Clarifica hoy a través del Evangelio de Juan la contraposición entre los falsos pastores y el pastor que no se busca, sino que va adelante, que llama y que acoge siempre. Él las llama, lo conocen y lo siguen.
Porque Jesús nos conoce y nos ama, su pastoreo es constante y vigilante.
Es hermoso ver por las laderas de Jerusalén por la mañana desfilar los pastores con sus zampoñas y perros guiando las ovejas en busca de comida y de agua.
Es apenas un símil en esa tierra que era pastoril, el pastor va adelante, no va arriando, ni golpeando con el cayado a las ovejas.
Tenemos que hablar el mismo lenguaje, identificarnos con las costumbres de las ovejas, y no al revés, para que oigan el mismo sonido y la misma voz. Nuestra Iglesia necesita hoy de pastores humildes como el Papa Francisco, no de arrieros con amenazas.
Una oración especial en este día por el Papa Francisco, Benedicto XVI, por nuestro Obispo Froilán Casas, por cada uno de los párrocos y sacerdotes de nuestra diócesis, también por los seminaristas de quienes esperamos la perseverancia de su vocación.