Por: Amadeo Gonzalez Triviño
Muchos columnistas de opinión, contrarios al actual mandatario de los colombianos, han procedido a hace muchas conjeturas sobre ese remezón de la que hemos sido testigos en los últimos días, con ocasión del cambio de gabinete y hay quienes precisan estas circunstancias para hacer alarde de ese afán reiterado de otros tantos gobiernos que nos han precedido, para pregonar que era la mermelada la base de dichas designaciones.
Creo prudente, desde mi visión como columnista de opinión y sin interés en defender a éste u otro gobernante, pero sí con la independencia que me ha caracterizado, convocar a mis lectores para revisar los siguientes aspectos:
No olvidemos que en Colombia existe un Estatuto de la oposición, el cual establece que los partidos políticos deben hacer pública su manifestación de contribuir al nuevo gobierno, ser independientes o hace oposición, y por tanto, sea de una u otra de las caracterizaciones que adopten esos partidos, y que sea refrendada por el Consejo Nacional Electoral, tendrán en consecuencia los derechos y atribuciones y facultades de dicho Estatuto.
Es así como desde el momento de la elección del nuevo gobierno, fueron los mismos grupos políticos, los partidos que ahora están en el Congreso de la República, los que, en ejercicio de dichas atribuciones de una ley estatutaria, procedieron a disponer cuál va a ser su posición frente a ese nuevo gobierno, y sin lugar a dudas, como desde un primer momento el Centro Democrático anunció su oposición total e hizo la convocatoria para que otros tantos partidos se unieran a su coro.
Posteriormente el Consejo Nacional Electoral en marzo del presente año, declaró como partido de Oposición a Cambio Radical.
Y quiérase o no, el Estatuto de la Oposición es fruto precisamente de los acuerdos políticos que se consolidaron con los Acuerdos de la Habana en el Proceso de Paz y por tanto, esta es una posición y una situación que no podemos desconocer y que implicaba entonces, que quienes acompañaban al gobierno y no eran de la oposición, podían y tenían participación en el gobierno del nuevo mandatario.
Qué sucede cuando ese partido que como se dice, es partido de gobierno, porque es fruto de consensos y de acuerdos en los proyectos y en la formulación de las políticas que han de estructurarse en adelante, se oponen o se desvían de ese acompañamiento y terminan imponiendo o pretendiendo hacer valer sus criterios y sus formar de apoyo a los proyectos legislativos del Gobierno, que necesariamente se desmoronan los acuerdos y se terminan dichas sociedades, hasta el punto que pueden pasar de un momento como equipo de gobierno a hacer parte de los sectores en oposición.
Por lo tanto, ante la imposibilidad de continuar desarrollando armónicamente los proyectos legislativos y de colaboración partidista, esas coaliciones o esas formas de visualizar las reformas sociales, le corresponde al gobierno de turno tomar cartas en el asunto, y llamar a los suyos a hacer el gobierno que así ha prometido y así ha estructurado.
Vale la pena resaltar que las consecuencias y la aplicación del Estatuto de la Oposición, viene a terminar siendo una mordaza a los congresistas para que en forma independiente y según sus propios criterios, consideren que deben apartarse de las directrices de sus dirigentes, y ya se ha anunciado que varios de los partidos políticos tradicionales, que desde sus cabecillas quieren seguir gobernando este país, hostigan y fustigan la presencia de aquellos que piensan diferente y se jactan entonces de repetir la frase manida de todas las autoridades: a quienes han desconocido mi autoridad, ha de caerles todo el peso de la ley.”
Poder es poder, para unos y para otros, y el que sufre las consecuencias y el que ha de ver burlados sus intereses por aquellos, es precisamente el elector que no podrá encontrar un poder suficiente más allá de las manifestaciones públicas, para adherir o rechazar las directrices de sus colectividades.