Los precios de la energía en Colombia han experimentado un alza considerable en lo que va del 2024, casi duplicándose entre enero y septiembre. El costo del kilovatio por hora, que se encontraba en $559 a comienzos de año, alcanzó los $1.033 en septiembre, afectando directamente a los consumidores y generando un fuerte impacto en la economía del país. Esta subida ha sido impulsada principalmente por factores climáticos y estructurales en la producción de energía.
Uno de los principales detonantes ha sido la extensión del fenómeno de El Niño, que ha provocado una sequía prolongada afectando los niveles de los embalses. En Colombia, gran parte de la energía eléctrica proviene de fuentes hidroeléctricas, que representan cerca del 70% de la matriz energética. Con embalses operando a menos del 30% de su capacidad, la generación hidroeléctrica se ha visto severamente limitada, forzando al país a depender de plantas térmicas, cuya operación es más costosa.
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El aumento en la dependencia de las plantas térmicas ha resultado en un incremento directo en los costos de producción de energía. Estas plantas, que utilizan combustibles fósiles, requieren mayores inversiones en combustible y operaciones, lo que ha disparado el precio por kilovatio. Al mismo tiempo, la demanda de energía no ha disminuido, lo que agrava aún más la presión sobre la oferta.
Además de los efectos climáticos, el mercado eléctrico colombiano ha mostrado volatilidad en los precios debido a la falta de mecanismos efectivos para mitigar estos aumentos. Aunque el gobierno ha propuesto intervenciones y soluciones como subsidios o topes en los precios, los efectos de estas medidas no han logrado estabilizar completamente el mercado, lo que ha llevado a que el aumento en los costos se mantenga.
Este incremento sin precedentes en los precios de la energía ha puesto en alerta tanto a las autoridades como a los consumidores, quienes enfrentan costos que podrían seguir subiendo si las condiciones actuales persisten.
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