Por: Gerardo Aldana García
El pintor francés Claude Monet pintó más de cuarenta y cinco veces el Puente Japonés, en diferentes ambientes n aturales, exaltando la belleza de los ríos, las flores, árboles, bosques de bambúes o sauces que también saben llorar. En todo caso, el Puente Japonés tiene un especial significado en esta cultura oriental, toda vez que tal estructura emula la conexión del hombre hacia estados de superación y de espiritualidad. De hecho, servirá de medio para pasar de esta vida, cuando termina, a una nueva en donde escenarios de felicidad pueden llegar merced a la forma como se ha realizado la existencia actual. Estos puentes de Monet pueden ser una valiosa inspiración en el momento de contemplarlos sobre el lienzo o en la fotografía. Más si vamos al terreno de los puentes sobre algunas vías importantes del departamento del Huila, encontraremos que para nada éstos representan una experiencia de progreso o de felicidad, mucho menos de recreación; por el contrario, puentes como los que rondan la capital, cuales son el de Arenoso recién venido a ruinas y el super enfermo sobre la quebrada La Medina entre El Caguán y La Ulloa, te hacen llorar cuando tienes que dar elongados periplos para superar la ausencia de la vigilancia vial en el Huila que impide una valoración a tiempo de lo que será el colapso de estas estructuras. El hecho es que cualquier conductor de auto o bicicleta, el arriero de un burro o los matutinos labriegos de estos entornos, logran leer fácilmente las averías de los puentes; sin embargo, tales señales no son advertidas por los alcaldes y sus jefes de las carteras de vías. Tampoco son imágenes que sean captadas por la retina de los ingenieros y arquitectos. La evidencia inmediata de lo que será un desastre vial no aparece en el lienzo de estos personajes. Las vías son una sala de exposición en donde las imágenes figurativas lucen difusas para las autoridades viales y para los concesionarios de estos corredores. Sería necesario regresar a unos y otros a sus primeras sesiones de universidad y a la introducción de la administración de la cosa pública, y si es del caso hacerles reprobar la materia de apreciación artística o sintaxis de las obras de interés público. Miren ustedes, caros lectores, cómo es posible que luego de que se cayó el puente de Arenoso, autoridades locales y sus técnicos no tomen cartas en el asunto sobre la inminente caída del puente sobre La Medina cuya banca que antecede el ingreso al mismo, viene siendo minada, erosionada por crecientes del afluente y el invierno que arrecia por temporadas. Este corredor que se ha convertido en una alternativa de movilidad entre Neiva y el sur del Huila y viceversa, pronto caerá frente a los ojos de los administradores públicos. Qué injusto con los moradores del Huila y más con el pueblo de Rivera y La Ulloa, que se verán obligados a nuevas penurias de transporte por vías alternas no aptas para ello, retardando su ingreso a la capital y la atención de sus compromisos. Y qué decir de la batea sobre la quebrada El Jagual, que de El Caguán lleva a La Ulloa; solo basta que caiga un aguacero de mediana intensidad y un caudal que avanza colosal, impide a automotores, bicicletas y transeúntes, la movilidad en los dos sentidos. Un puente sobre este paso, el mismo que no se hizo cuando se construyó la pavimentación de este anillo turístico en 2007 y 2008. Sumen a la negligencia de las autoridades que el ingreso a El Caguán desde La Ulloa, presenta un cráter causado por el invierno, apenas resuelto con unas volquetadas de tierra que el invierno corre cada vez que cae. Nada que ver este tratamiento vial para un Huila, Paraíso por Descubrir.
