En la columna de la semana pasada hablábamos de Caño Cristales y cómo la falta de conectividad en estas zonas del país acentúa el ciclo de la pobreza de sus comunidades. Pero seamos sinceros, mi propuesta de cubrir el territorio con satélites de baja órbita es muy ambiciosa, más que por el factor técnico o económico; por el político.
Existe una solución que genera desarrollo económico inmediato para estas comunidades mientras fomenta el cuidado de su flora y fauna, y lo mejor de todo es que está en manos de los ciudadanos.
Ante las pocas oportunidades y vías de salida para sus productos, el turismo es la luz que enciende la esperanza de quienes habitan estas regiones. Los pequeños negocios y los habitantes con sed de superación se ven beneficiados cuando visitamos y disfrutamos de sus espacios responsablemente.
Hace una década empezó el rumor de que Caño Cristales cerraría debido a que sus ríos, que en la zona llaman “caños”, se estaban quedando sin las flores que los colorean. El mantenimiento de estas especies es difícil y costoso, incluso para el gobierno. El turismo sostenible hoy es un arma efectiva para preservar estos ecosistemas, trayendo herramientas, capacitaciones e impidiéndole a los gobiernos y las multinacionales posicionar pozos petroleros en pleno oasis natural.
¿Sabían que la Serranía de la Macarena, por donde corre Caño Cristales, es una de las formaciones geológicas más antiguas del mundo? Se formó hace cerca de 1.500 millones de años y en ella se juntan ecosistemas de la Amazonía, la Orinoquía y los Andes. En sus ríos conviven especies únicas en el mundo como la flor Macarenia y se pueden ver, con algo de fortuna, los delfines rosados conocidos como Toninas.
La mejor época para visitar Caño Cristales es de junio a noviembre, cuando florecen las Macarenias. Se necesita suerte para disfrutar sus colores, pues si llueve mucho las flores son camufladas por metros de agua, y si no llueve lo suficiente, se secan. Por lo general en estas fechas los turistas podemos contemplarlas con alto porcentaje de efectividad.
Se puede llegar a La Macarena por tierra o por aire. Por tierra existe la ruta Bogotá-Villavicencio-San José del Guaviare-La Macarena. Por aire existen vuelos comerciales desde Bogotá o Villavicencio con las aerolíneas Satena, Clic o pequeñas empresas charter.
He tenido la posibilidad de visitar continentes ricos en naturaleza como Norteamérica, África, Asia y Oceanía, y pocas veces he visto lo que vi en La Macarena.
Es un lujo contemplar bosques húmedos, selvas tropicales y sabanas en un mismo lugar, así como los animales únicos que habitan aquí.
Si visitas con tus seres queridos este mágico lugar, te garantizo que no solo será inolvidable, también contribuirás al bienestar de las comunidades y a la preservación del ecosistema único colombiano. Te invito a que consideres agregarlo a tu lista de próximos viajes, y compartir la riqueza del Río de los Siete Colores.
Con el aroma de un café Entorno, los saludo,
Santiago Ospina López
