Diario del Huila

El sentimiento uribista

Feb 19, 2022

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La ciencia política moderna ha identificado diversos elementos que caracterizan la tendencia natural que subyace en la humanidad para expresar sus convicciones y sensibilidades ideológicas y políticas. Desde los tiempos de Platón y Aristóteles en la vieja Grecia, se hablaba del zon politicom para definir esa condición humana, relacionada directamente con su necesidad de convivir pacíficamente a pesar de sus naturales diferencias e intereses.

De esta manera y con la evolución de las ideas políticas se logró estructurar el concepto fundamental del Estado y de la democracia, como el mejor sistema para acceder al derecho de gobernar a los pueblos; y al soberano derecho de elegir y ser elegido.

Esta circunstancia histórica ha permitido conocer la importancia de pensadores, humanistas, caudillos y estadistas que han orientado el destino de los pueblos, aportando sus talentos para la interpretación correcta y oportuna de los fenómenos sociales y concitando las simpatías de los ciudadanos hacia sus convicciones, propuestas y ejecutorias; donde el carisma personal contribuye eficazmente a la consolidación de su liderazgo colectivo.

Con estas características, han sido innumerables los personajes que han logrado escalar a los más altos índices de aceptación y reconocimiento de sus aportes a la humanidad, a través de sus talentos políticos.

En nuestro caso, conviene mencionar a los llamados próceres de la independencia y a quienes diseñaron las instituciones políticas en medio de las guerras civiles de la llamada “ patria boba”; a sus herederos que finalmente consolidaron el surgimiento de los dos principales colectividades partidistas; y a quienes desde el siglo 19 y buena parte del 20 descollaron en el periodismo, el gobierno y en el Legislativo.

Como consecuencia de la guerra fratricida entre liberales y conservadores de mediados del siglo 20, vergonzosa experiencia que aún permite observar ciertas secuelas de odios y venganzas; pasando luego por la tragedia del narcotráfico que permeo todos los sectores sociales e institucionales y que no hemos logrado erradicar; la sociedad colombiana ha entrado en una etapa de confusión y caos en donde los liderazgos políticos, los partidos y gobernantes, han sido inferiores a los retos que una democracia sana y vigorosa demanda para construir equidad, eficacia del Estado y oportunidades de progreso y bienestar.

En este claro contexto histórico agravado por la violencia y la criminalidad, en donde las brechas sociales se profundizan ahora estimuladas por la corrupción, los partidos y sus dirigentes han entrado en los personalismos mezquinos que los han fracturado en su interior, con consecuencias inevitables de desgaste y desconfianza, escenario en el cual florece el populismo y la demagogia.

Si se observa con objetividad este fenómeno social, es necesario admitir y reconocer el esfuerzo meritorio que ha venido realizando el expresidente Uribe desde que resolvió convertirse en el líder indiscutible de lo que ahora denomina como la derecha colombiana. Crea el partido de la U del que finalmente se apodera y usufructúa el señor Santos. Luego convoca a votar el NO del plebiscito por la Paz de Santos y obtiene el apoyo mayoritario contra todos los pronósticos y las encuestas de opinión. Crea luego el Centro Democrático y obtiene la mayor votación nominal para el congreso de 2018 y además promueve la candidatura de Duque quien finalmente es elegido presidente.

Este indiscutible y exitoso liderazgo le ha generado a su vez la persecución judicial estimulada por sus directos y encubiertos contradictores, con el fin de sacarlo del escenario protagónico de la política colombiana e hispanoamericana.

Pero como es algo más que un auténtico líder político, no abandona la lucha por la libertad; la seguridad; la inversión productiva; la cohesión social y la democracia. Por ello ahora lo vemos caminando el país convocando a los colombianos a defender nuestros valores, convicciones y principios, ante la evidente amenaza de la izquierda populista.

Allí radica sin duda alguna el sentimiento uribista que muchos no alcanzan a comprender; que otros odian y descalifican con inusitado frenesí; pero que a pesar de unos y otros, hará nuevo protagonismo en las jornadas electorales que se avecinan.

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