Diario del Huila

El socialismo no pegó en Bogotá

Ene 14, 2022

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Cuando una mandataria exhorta a los ciudadanos fieles que pagan impuestos a vender su carro, todo indica que el problema de movilidad le quedó grande y no tiene más argumentos que los que utiliza una persona que encuentra a su pareja haciendo el amor con un tercero en su casa, cuya única solución que le llega a la cabeza para acabar con el apuro es vender el sofá.

En este tema de la movilidad, Claudia López ha cometido dos errores jurídicos que le pueden arrojar un detrimento patrimonial muy alto al distrito, pues en el artículo 91 del Acuerdo No. 761 de 2020, por medio del cual se adoptó el plan de desarrollo económico, social, ambiental y de obras públicas 2020-2024, denominado “Un nuevo contrato social y ambiental para la Bogotá del siglo XXI”, creó el operador público de transporte masivo, sin que ésta propuesta hubiese sido consignada en el programa de gobierno cuando la alcaldesa se inscribió ante el Consejo Nacional Electoral como candidata, violando abiertamente el numeral 1 del artículo 39 de la Ley 152 de 1994, -Ley Orgánica del Plan de Desarrollo- que claramente exige al alcalde o gobernador elegido impartir las orientaciones para la elaboración de los planes de desarrollo “conforme al programa de gobierno presentado al inscribirse como candidato.”

Posteriormente, mediante el artículo 11 del Acuerdo No. 816 de 2021, por medio del cual se efectuaron unas modificaciones en materia hacendaria para el rescate social y económico de la operación del sistema de transporte público, violó el artículo 12 del Decreto Ley 1421 de 1993, -Régimen Especial del Distrito, porque ni el Concejo de Bogotá, ni la alcaldesa o su gobierno, están facultados para revisar los contratos existentes entre el distrito y los operadores del SITP, y mucho menos, para modificarlos unilateralmente.

Estos yerros jurídicos están siendo objeto de debate ante la jurisdicción ordinaria contenciosa administrativa que dará la última palabra y que, a mi manera de ver, reversará estas decisiones que son propias de un gobierno que desconoce el sistema integrado de transporte perfilado para la capital y que ha tenido infinidad de inconvenientes en esta administración. Ahora mismo entrará también en debate jurídico el Plan de Ordenamiento Territorial expedido por decreto por la alcaldesa, quien no logró un consenso en el cabildo, al parecer y según algunos concejales, por cuenta de situaciones irregulares que todavía no se han esclarecido y que están en las manos de los órganos de control.

Sin embargo, en últimas, lo que más le preocupa al ciudadano es la seguridad. En este tema vital para la convivencia pacífica de los habitantes capitalinos la alcaldesa López no pudo entablar una conversación clara y sencilla con la Policía Metropolitana de Bogotá, que obligatoriamente debe ser armónica, porque mientras que los miembros de la fuerza pública conocen a ciencia cierta las tácticas y estrategias de combate contra la inseguridad y otros flagelos, la mandataria no sabe del tema, no es experta en el mismo y solamente le queda apoyar al comandante y a su personal para el perfilamiento de programas dirigidos a una misión conjunta, que no es otra que, garantizar la tranquilidad de todos.

Parte de esa seguridad que requiere el ciudadano, está en poder salir de su casa en el vehículo que lo protege de los atracadores y asesinos que hacen imposible una salida a pie, pues, ya no hay calle, barrio o sitio público o comercial -inclusive ni en los restaurantes- en los que se pueda estar en paz y protegido, porque a diario se constatan hechos que atentan contra bienes constitucionales superiores como la paz y la tranquilidad ciudadana, y derechos fundamentales como la integridad física y la vida.

No pudo la alcaldesa con estos temas, y ya no podrá, porque su temperamento, irracionalidad e ignorancia de los mismos, no la aconsejan bien y no la habilitan para gestionar políticas tendientes a erradicar estos problemas.

Como si fuera poco, le pide a los ciudadanos que vendan sus carros, exhorto propio de quienes no pueden con los asuntos que degeneran las sociedades, como también, propio de aquellas dictaduras que se van consolidando bajo el manto de gobiernos irreverentes que llegan ante el cansancio del electorado de lo común y corriente de la política tradicional, pero, es ahí donde no podemos decaer, porque con esos distractores, se afinca el socialismo que acabó con países económicamente fuertes como Venezuela y permeó naciones pobres como Nicaragua. Ojalá no sea la guillotina de Chile, porque con el populismo llegan al poder personas que no están preparadas para gobernar, como es el caso latente de Claudia López y, en antaño, de Gustavo Petro.

Bien vale recordar que Petro, siendo alcalde, dejó perder presupuestalmente unos recursos importantes que estaban destinados para reparar los huecos de las calles de la ciudad, pero, por cuenta de su terquedad, inexperiencia y equipo débil en gestión administrativa y contractual, no alcanzó a ejecutarlos, lo que hubiese evitado que la malla vial no estuviera tan derruida. Al final, se adquirió una máquina tapahuecos que no cumplió los objetivos propuestos.

Con los desaciertos de Claudia López y Gustavo Petro, queda evidenciado que el socialismo no pegó en Bogotá como tampoco pegará en Colombia, por lo que los invito a ser racionales, más que sentimentales, a la hora de escoger el candidato que nos gobernará en el próximo periodo, en el país, y en dos años, en la capital.

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