Luis Humberto Tovar Trujillo
Ese nombre estrambótico, propio de la literatura, por muy jurídica que sea, no deja de causar impresión al ciudadano del común, que efectivamente lo entiende en su literalidad, diferente a la eutanasia.
Se considera asistencia al suicidio la entrega del material necesario para su realización. La ayuda puede ser facilitada por profesionales médicos, enfermeras u otras personas.
Algunos países europeos, como los Países Bajos y Bélgica, han regulado el suicidio asistido como una atribución de los profesionales de la medicina y la enfermería.
En cambio, Suiza permite tanto el suicidio médicamente asistido como el auxilio al suicidio, es decir, cualquier persona puede ayudar a otra a suicidarse sin consecuencias jurídicas, y no tiene que realizarse necesariamente en un contexto médico o de enfermería.
El auxilio al suicidio no debe confundirse con la eutanasia ni con la inducción al suicidio.
A diferencia de la eutanasia, en el suicidio asistido la actuación del profesional médico se limita a proporcionar al paciente los medios necesarios para que sea él mismo quien se produzca la muerte.
El elemento distintivo no radica en el medio que se emplea, sino en el sujeto que la lleva a cabo: en la primera —la eutanasia—, otra persona es el agente activo respecto de quien la solicita; en el segundo, el paciente es el sujeto activo, asistido y aconsejado por un médico. Tampoco debe confundirse con la inducción al suicidio, que consiste en quebrar la voluntad de la persona, que no deseaba suicidarse, para que lo haga.
Enrico Ferri en su obra “Sociología Criminal”, establece la clasificación natural de los criminales; establece, además, las cinco categorías fundamentales de delincuentes, a saber “locos, natos, habituales, de ocasión y por pasión”.
No quisiera profundizar, menos aún, para el presente comentario, por el espacio, en lo que expresa Cesar Lombroso, también insigne jurista, que trata también estos temas, citado por el mismo Ferri, formador de Gaitán en su escuela italiana.
No sé cómo identificarlo, pero les parece a mis lectores, que esas categorías fundamentales de delincuentes, ¿cobren gran actualidad cuando los vemos reunidos en lo que hoy llaman el Pacto Histórico?
Los hay de todos los pelambres, para escoger, como en botica, pero los unen los idénticos propósitos delincuenciales en la política, todo por sus antecedentes, sus propuestas aniquiladoras del ser humano, como la miseria, la destrucción del aparato productivo de la Nacion, todo en forma irracional.
Antes de llevar a Colombia al suicidio colectivo, porque no piensan en su suicidio asistido, de reciente legalización por la Corte que defienden. ¿Acaso no sería lo más racional dentro de su irracionalidad?