Aníbal Charry González
Según la mitología griega Sísifo fue un personaje que era tan taimado que había logrado engañar a los dioses del Olimpo por su ambición por el dinero, pues para conseguirlo acudía a cualquier forma de engaño. La mitología cuenta que este personaje sin escrúpulos fue testigo del secuestro de Egina, una ninfa, pero guardó silencio frente a éste hecho, y cuando Zeus se entera, en la presencia de Hades que no estaban de acuerdo con sus artimañas, le impusieron una condena peor que la muerte. El castigo consistió en subir una enorme y pesada piedra por la ladera de una montaña empinada, y cuando estuviera a punto de llegar a la cumbre, la gran roca caería hacia el valle, para que Sísifo tuviera nuevamente que volverla a subir, que tendría que repetirse eternamente.
Pues bien: En materia electoral, ahora que se ha conocido del ingreso de dineros espurios a la campaña del presidente Petro, por confesión de su propio hijo Nicolás Bruto (por aquello de la traición de su propio hijo a Cayo Julio César quien participó en su asesinato ), somos en este país de la violencia, la corrupción y el crimen por el afán de enriquecimiento ilícito por el dinero y el poder , literalmente el tormento de Sísifo en todas las elecciones, desde presidente para abajo, que siempre resultan salpicadas por la corrupción electoral en la financiación de las campañas haciendo parte del paisaje nauseabundo politiquero sin que nada pase por la falta de controles y de autoridades electorales con dientes y facultades jurisdiccionales y una organización de partidos seria y transparente -si es que ello se puede lograr en la pútrida política que practicamos-, y de una financiación de campañas con límites que estén a cargo del Estado a través del enjambre de partidos que tenemos dispensando avales como negocio infame de enriquecimiento ilícito y no de servicio a la comunidad.
Lo más grave para este paraíso de codicia, crimen y corrupción, es que la clase política se encuentra muy conforme con este tormento de Sísifo pero para la ciudadanía deslegitimando las instituciones, que sirve de instrumento perverso de la oposición para no dejar gobernar a quien obtenga el poder político, para convertirse en alternativa marrullera como salvadores de un régimen de corrupción que ellos mismos han enraizado cuando lo han tenido, perpetuando de esta manera el castigo eterno a la sociedad, de ver a los mismos bandidos de siempre en una democracia embustera que solo tiene elecciones infectas que apuntalan un establecimiento ídem que solo beneficia a su casta despreciable para seguir en el poder asaltando el tesoro público.
Porque parte de la solución sería una reforma a fondo del sistema político electoral y a la justicia, que la clase política contaminada no emprenderá jamás, adaptados al tormento que los beneficia, y que únicamente podría hacer el pueblo eunuco con un referendo o una constituyente que solo puede convocarse si le da permiso un congreso corrompido que no se quiere reformar. Estamos condenados por el tormento de Sísifo.
