POR: Froilán Casas, obispo de Neiva
El secreto de los países altamente desarrollados y con indicadores económicos muy estables, tendiendo a la alza, es el trabajo de todos. Nuestro Estado, por décadas, ha tenido políticas asistencialistas que no han permitido la promoción sino la dependencia. Obviamente un trabajo productivo que no esté enmarcado en políticas sociales, serán ricos los más ricos y pobres los más pobres. El Estado benefactor propio de estos gobiernos tropicales, ha generado una mentalidad del “deme”. El Estado debe tener políticas que promuevan el desarrollo y el trabajo productivo. Hay que favorecer al que produce, para que su producto sea de calidad y altamente competitivo en el mercado. Dada la riqueza en recursos naturales que tiene nuestro país, Colombia debería ser uno de los países más desarrollados del planeta. Países tan pobres en recursos naturales, Suiza, Japón, Corea del Sur, Singapur, están en la cima de las economías, ¿por qué Colombia, siendo tan rico, no lo está? El dinero fácil se ha ido introduciendo en el colectivo cultural de los colombianos, apoyado por el resentimiento social y la lucha de clases: la culpa la tienen los otros; cada quien “se lava las manos”. No hemos sido claros en ofrecer políticas de Estado que favorezcan la prosperidad y desarrollo para todos. Se buscan votos alimentando la oferta de dar soluciones a corto plazo con base en el reparto de quienes han trabajado. Hay que tener en cuenta también, que, por décadas, no se ha hecho la reforma estructural del Estado, haciendo que las diferentes dependencias del mismo, estén al servicio de los ciudadanos. La corrupción es una lacra que sigue haciendo metástasis en todos los ambientes y estratos. Según la ONG, Trasparencia Internacional, los países con indicadores económicos altos, tienen casi cero corrupción. ¿Colombia?, -aquí se roban hasta los huecos- ¡qué horror! Ningún gobierno ha podido acabar con ese flagelo que es una de las causas más importantes de la pobreza. En este tema hay mucha retórica barata; los que se comprometen a combatir la corrupción tienen las manos manchadas. El peligro de caer en dictaduras y tiranías de izquierda o de derecha es inminente. La gente cansada de tanto flagelo vota por el que sea. Por favor, Estado colombiano, favorezca la inversión; no le ponga tantas trabas a la generación de empleo. La tramitomanía es tan engorrosa y exige tantos impuestos, que al final son peajes (quiero decir mordidas) que el emprendedor desiste de los proyectos productivos. Por favor, el que genera empleo es constructor de paz. No es con las armas como se construye la paz. Cuando hay hambre, no hay paz. La educación debe estar enmarcada en elaboración de proyectos productivos. Por favor, estimulemos a quien trabaja, no al zángano que todo lo pide y no ofrece nada a cambio. En mi proceso de formación me enseñaron a trabajar, cumpliendo el mandato bíblico: ganarse el pan con el sudor de la frente, -no con el sudor del de enfrente, lo digo yo-. Da vergüenza que haya tanta pobreza en nuestro país, siendo a la par un país tan rico. Pasemos del ser reactivos a ser propositivos.
