Llegamos al punto donde la tecnología avanza a un ritmo en el cual es prácticamente imposible seguirle el paso. Tan solo hace semanas las grandes empresas de telecomunicaciones del país como ETB, Movistar o Tigo presentaban el Wi-Fi del futuro , el Wi-Fi 6, que llegará pronto a las principales ciudades. Sin embargo, pese a su alma innovadora, este desarrollo ya es cosa del pasado.
En mi último viaje a Estados Unidos pude probar el Wi-Fi 7, la próxima evolución en conectividad inalámbrica con velocidades cinco veces más rápidas al que hasta ahora ETB y Movistar planifican instalar en las ciudades más habitadas de Colombia. A medida que la sociedad avanza rápidamente hacia la digitalización, en Colombia corremos el riesgo de quedarnos desactualizados si no mantenemos el ritmo de estos desarrollos, como sí lo intentan nuestros vecinos de Brasil y Perú.
Ciudades como Medellín y Bogotá han hecho avances importantes con la llegada de 5G y la mejora de infraestructuras, pero en gran parte del país, especialmente en zonas rurales donde habitan los ciudadanos con mayores necesidades de progreso y desarrollo, la conectividad sigue siendo limitada e inestable.
Aunque suene futurista, las nuevas generaciones de colombianos que crecemos ya inmersas en el mundo digital no podemos esperar al desacelerado ritmo de adaptación y ejecución de quienes ejercen las políticas en este campo, menos en un mundo cada vez más apoyado en la tecnología para su funcionamiento. Requerimos infraestructura vanguardista que nos permita conectarnos de la manera en que sucede en los países del primer mundo, y somos conscientes de que a hoy carecemos de ellas.
Esta también es la realidad del comercio digital y las MiPymes que buscan oportunidades para conectar con mercados globales con ánimos de expandirse, quienes pierden diariamente competitividad en el mercado global aunque esto sea difícil de percibir en el corto plazo. Es aquí donde la tecnología como el Wi-Fi 7 juega un rol interesante. No se trata de más velocidad para ver Netflix sin pausas, o para ‘scrollear’ TikTok a gusto, sino de la capacidad de conectar las áreas rurales con los mercados globales, fomentando la innovación y reduciendo la brecha de oportunidades, algo que a hoy sigue siendo un reto para los gobiernos.
Regiones como Antioquia vienen emergiendo como ‘hubs’ tecnológicos a nivel global gracias a sus políticas, su educación informática superior y su mano de obra barata, atrayendo inversión extranjera que genera empleos y oportunidades. Antioquia es un ejemplo de cómo las áreas que adoptan y aprovechan estos avances pueden convertirse en polos de desarrollo, incentivando la recaudación de impuestos para el bienestar de su comunidad más vulnerable. No obstante, para replicar este éxito en otras regiones se necesita una apuesta decidida por actualizar las infraestructuras digitales a nivel nacional.
El comercio digital ofrece una vía para superar las limitaciones que históricamente han dejado al margen a los emprendedores rurales. Ya que el Estado se ha demostrado incapaz de garantizar estas oportunidades, la actualización tecnológica es una herramienta fundamental para cortar esa brecha. Las nuevas generaciones de emprendedores tenemos el potencial de liderar esta transformación, pero requerimos de un país con políticas actualizadas que nos permitan hacerlo. ¿Podrán el sector público y privado lograr que no nos quedemos atrás?
Con el aroma de un café huilense, los saludo,
Santiago Ospina López.