Las importaciones de café destinadas al mercado interno de Colombia y los experimentos de cultivo de café canéfora han generado preocupación entre los caficultores locales. Sostienen la necesidad de establecer un arancel para el café importado, con el propósito de fomentar el consumo doméstico y prevenir la proliferación de cultivos de café canéfora, los cuales podrían afectar adversamente la calidad y la reputación del café colombiano a nivel mundial.
Diario del Huila, Primer Plano
En medio de los aromas y sabores que caracterizan al café colombiano, una sombra se cierne sobre los caficultores y los amantes de esta bebida emblemática. «En Colombia tomamos café importado», así lo dio a conocer Armando Bermeo, representante de Dignidad Cafetera en el departamento del Huila, desatando una ola de preguntas sobre la paradoja que implica que el tercer mayor productor mundial de café tenga que recurrir a importaciones.
A pesar de ser el tercer productor global de café, Colombia se encuentra importando cantidades considerables de granos, principalmente Robustas y pasillas de países como Brasil, Ecuador, Perú y Vietnam. Esto plantea una pregunta intrigante: ¿cómo es posible que un país con una reputación tan destacada en la producción de café deba recurrir a la importación?
La explicación se encuentra en desafíos globales que afectan a toda la industria del café. El cambio climático, la escasez de mano de obra en las fincas y la baja rentabilidad para los caficultores están afectando la producción y la oferta. La demanda mundial de café está en aumento, mientras que la oferta está disminuyendo, lo que ha llevado a Colombia a depender cada vez más de fuentes extranjeras para satisfacer su demanda interna.
El aumento en la preferencia por el café instantáneo en Colombia ha llevado a un cambio en los hábitos de consumo. Según la empresa de investigación de mercado Kantar, el porcentaje de hogares que compró café instantáneo pasó del 79.2% en 2021 al 80.4% en 2022. Esto ha impulsado la demanda de cafés de baja calidad y Robustas importados, utilizados en la producción de solubles.
Impacto de la inflación
La inflación global también está afectando directamente el precio del café diario para los consumidores colombianos. Los procesos inflacionarios han llevado a un aumento en los precios, afectando particularmente a los cafés de alta calidad producidos de manera artesanal en las laderas colombianas. Esto ha llevado a un mayor consumo de solubles y mezclas de bajo costo.
«No es que a los colombianos les guste únicamente la pasilla o los cafés liofilizados, se trata de un tema de precios. Si hasta hace poco se tenía que pagar $25,000 COP por una bolsa de café regular de 340 g, hoy esa misma bolsa llega a costar $40,000 COP», según señala Armando Bermeo.
A pesar de los desafíos, el café tostado en Colombia ha experimentado un crecimiento en los segmentos regular y premium. El segmento premium se espera que gane más de un millón de nuevos hogares en el largo plazo, según los patrones de consumo observados en 2022. Esto sugiere que, a pesar de la importación masiva de cafés de baja calidad, existe una demanda creciente de cafés especiales.
Bonanza de precios y sus consecuencias
La bonanza de precios en 2021 y 2022, aunque benefició a caficultores y exportadores, desencadenó una serie de consecuencias inesperadas. La disminución de la oferta exportable llevó a la importación de café peruano y de otros lugares para cumplir con los contratos internacionales. Sin embargo, la demanda interna se vio obligada a satisfacerse con la importación de mezclas de Arábica de baja calidad y Robusta.
Contrariamente a las expectativas, los precios no se mantuvieron en niveles elevados, y muchos caficultores colombianos están luchando por cubrir sus costos de producción. Errores en la firma de contratos y compromisos de entrega no cumplidos han llevado a incumplimientos y presiones para exportar más café, lo que ha desabastecido el mercado local y ha favorecido la importación de cafés más económicos.
Amenazas a la calidad del café
Además de los desafíos económicos, la calidad del café colombiano enfrenta una amenaza considerable. Armando Bermeo, representante de Dignidad Cafetera en el Huila, destaca que esta amenaza proviene de experimentos a nivel nacional financiados por recursos estatales y respaldados por Nestlé. Estos experimentos buscan cultivar café canéfora, una especie con un sabor más robusto que el arábigo. Estos cafés, amargos y de baja altitud, se desarrollan en climas cálidos y podrían competir directamente con la calidad del café colombiano.
Los experimentos se llevan a cabo en parcelas del Valle del Cauca, Nariño (específicamente en Tumaco), y en el Meta, lo que podría representar una competencia directa con la calidad del café colombiano. Además, las importaciones masivas de café han afectado significativamente la calidad, como se evidenció con el descubrimiento de siete mil sacos de café mezclados con pasilla en Neiva, provenientes especialmente de Brasil y enviados desde Almacafé en Neiva para el Café Buen Día, los cuales fueron devueltos.
La propuesta de aranceles
En medio de esta compleja situación, la propuesta de imponer aranceles a las importaciones de café ha ganado fuerza. Los Cafeteros han solicitado al Ministerio de Comercio la aplicación de un arancel del 70% a las importaciones de café de cualquier origen. Esta medida busca evidenciar la capacidad de Colombia para satisfacer la demanda interna con su producción de pasilla, sin depender en exceso de importaciones.
La iniciativa ha recibido apoyo de diversos sectores, con argumentos que destacan los impactos negativos de las importaciones en el mercado interno. Sin embargo, la última palabra sobre los aranceles recae en el Ministerio de Comercio, que actualmente está evaluando los riesgos y beneficios de esta propuesta.
La situación actual plantea desafíos significativos para la industria cafetera colombiana. La disminución en la producción, la competencia con cafés de baja calidad y la amenaza de experimentos con café canéfora exigen medidas urgentes para preservar la calidad y sostenibilidad de la producción de café en el país.
A medida que se discuten soluciones, desde la imposición de aranceles hasta la búsqueda de prácticas más sostenibles, el futuro del café colombiano permanece en la balanza. Los amantes del café, los productores y el gobierno están llamados a trabajar juntos para superar los desafíos actuales y asegurar que el café colombiano siga siendo un tesoro mundialmente reconocido.