Pese a que llegamos con la intención de conocer una de las playas más hermosas de Ecuador; Friailes, este país nos tenía otro destino. La playa Tortuguita fue nuestro plan B. En nuestro paso por este destino dejamos pintado un mural y una ranchería.
DIARIO DEL HUILA, DIARIO DE BORONDITO
Por: Nicolás Motta
No logramos entrar a nuestro destino deseado, la playa de los Frailes, una de las más hermosas de Ecuador, es prácticamente los Galapagos continentales. De todas formas, encontramos un plan B, una playa menos famosa que igual estaba en la reserva natural llamada playa Tortuguita, dejamos el carro escondido entre los matorrales al lado de la carretera y empezamos una caminata en bajada hasta la playa. Llegamos a buena hora, más o menos a las 4:30, perfecto para bañarnos, jugar sobre la arena y esperar para ver el atardecer.
Al regresar al hostal donde estaban quedándoselos nuestros nuevos amigos (Silvia y Joan, los españoles) conocimos a Juan Carlos, el dueño. Le ofrecimos quedarnos ahí a cambio de un intercambio, que nos dejara una pared de su hostal para dejar una pieza de arte, aceptó sin mucho reparo, quedamos en regresar al día siguiente con nuestras cosas para instalarnos por un tiempo indefinido, nunca lo hablamos. Celebramos un rato y nos quedamos conociéndonos con nuestro nuevo anfitrión.
Juan Carlos es un hombre que debe estar rondando los 60 años, se ha viajado medio mundo y habla muchos idiomas, lo vimos enviar notas de voz en al menos 4 idiomas diferentes. Él es un biólogo que estaba enamorado de Machalilla, de hecho, trabaja en un islote que queda cerca a la orilla, el islote está rodeado por un arrecife de coral, haciendo que haya mucha vida marina cerca de la costa, incluso un pingüino Humboldt se había mudado a la isla.
Volvió a Machalilla porque ahí tenía unas tierras, hizo la casa que luego se volvió hostal y le cedió un espacio en el terreno a su hija para que construyera una biblioteca donde enseñaba a los niños del pueblo a leer y a hacer otras actividades. Se veía que era una persona agradable y estábamos felices de poder estar ahí, por esa noche teníamos que irnos así que tomamos de nuevo la ruta de 15 – 20 minutos hacia Puerto López para recoger la ropa que habíamos dejado secando y alistarnos para mudarnos el día siguiente.
Nos despertamos, dejamos al Miope y Maria del Mar en el terminal, Maria del Mar se regresaba para Colombia y el Miope la iba a acompañar hasta el aeropuerto; cogimos de nuevo la ruta hasta Machalilla y nos instalamos donde Juan Carlos. El Miope quería conocer la playa de los Frailes así que decidimos esperarlo, Juan Carlos nos recomendó ir a un parque llamado Agua Blanca, nos comentó que íbamos a ver un museo de una antigua comunidad de manteños y unas aguas azufradas.
Una nueva comunidad
En el museo aprendimos sobre esta comunidad, en esta habitaban personas de estatura más bien baja, 1.30 metros en promedio, 1.40 el más alto de la tribu, cuando morían los enterraban en vasijas más bien pequeñas en posición fetal, además nos contaron sobre la concha Spondylus, una concha de mucho valor para los incas era como una especie de moneda para ellos y en esa zona abundaba mucho antiguamente.
Después de salir del museo nos fuimos a visitar unas ruinas de la comunidad e hicimos una pequeña caminata hasta las aguas azufradas. Cuando llegamos nos embarramos toda la cara con un lodo que nos dieron en la entrada y nos estuvimos dentro hasta que nuestras narices dijeron “ ¡no más!», el olor a pedo era muy fuerte y nos tocó salir en un momento, de todas formas se hacía tarde para llegar a ver el atardecer en un mirador.
Esa misma noche llegaba el Miope de cumplir su misión, así que lo recogimos y lo llevamos donde Juan Carlos, ahora si estábamos listos para ir a la playa de los Frailes, tanto tiempo intentando alcanzarla y por fin íbamos a ir. Nuestros amigos españoles se quedaron en la casa por temas de trabajo, quedamos en vernos allá, al final solo nos encontramos a la salida del parque.
Juan Carlos nos indicó muy bien como debíamos hacer el recorrido dentro del parque, había dos formas de recorrerlo, una ir directamente a la playa estelar u otra era hacer una caminata un poco más larga visitando dos playas y un mirador; obviamente nos fuimos por el camino largo, nos esperaban casi tres horas de camino.
Primera parada
Fue playa Prieta, su arena era negra y tenía una vista muy bonita al islote Sucre, ese que queda muy cerca de la orilla, el del pingüino ¿se acuerdan? hicimos un poco de pereza en la playa, queríamos bañarnos, no es recomendado porque en ese lugar las rayas se posaban a hacer cosas de rayas, mejor no tentarlas, decidimos ser espectadores.
Segunda parada, playa Tortuga, tenía una piedra gigante que, si tenía forma de tortuga, supusimos que el nombre se lo habían puesto por eso. El oleaje ahí era muy fuerte y tampoco recomendaban bañarnos, nos recostamos de nuevo a descansar hasta que el viento empezó a levantar mucha arena y decidimos seguir hasta el mirador.
Tercera parada, el mirador, justo en medio de la playa de los Frailes y playa Tortuga, se veía hasta el pueblo, aquí decidimos quedarnos un rato mucho más largo, ver grupos de gente subir y bajar, tomar fotos a los otros visitantes.
Cuando estuvimos listos, bajamos hacia la cuarta parada, playa de los Frailes, inmensa. Decidimos caminarla toda, llegar hasta el otro extremo de la playa, era un poco más de 2km y encontramos una cueva, al verla recordamos que Juan Carlos nos habló de ella, acomodamos ahí dentro nuestras cosas y nos metimos a jugar con las olas.
Se nos pasó el tiempo rapidísimo y ya los guardaparques nos estaban sacando, los primeros en llegar y los últimos en irnos. Justo en ese momento nos encontramos con Silvia y Joan, no pudimos compartir mucho ahí, pero compartimos los mototaxis al regreso a casa.
Estábamos aun en deuda con la casa, teníamos que pintar el mural. Nos pusimos los 5 al 100% en la tarea, los 4 a pintar y Habanita mancharse de pintura, teníamos las tareas claras y el café bien negro. Aprovechamos para hacer un caldo de bagre con un bagre que habíamos pescado la noche anterior, nuestra primera pesca marítima real, pero fue tan pobre que tocaba hacerla rendir en el caldito. Acompañamos la pintada con rap, el gordo en la guitarra y algunas polas.
El tiempo pasaba lento y a la vez rápido, utilizábamos los días para salir a pasearnos por el pueblo, negociar con pescadores, comer helado de la esquina y aprender a hacer paddle surf con las tablas de Juan Carlos. Viajamos a Ayangue, que es «el nueva montañita» ah, y nos fuimos en lancha hasta el islote Sucre para grabarlo mientras caía el atardecer, colgamos las hamacas, acampamos y Valen y yo nos alcanzamos a ilusionar con conseguir un terreno ahí para la vejez, nos permitimos soñar.
Nos salió trabajo
Se acercaba el momento de irnos, pero Juan Carlos nos interrumpió los planes. Un amigo lo había llamado a preguntarle por su mural, le había encantado y quería que hiciéramos unos así en su hostal. Fui con Valen a un «desayuno de negocios», nos dejamos atender y escuchamos lo que quería, le cambiamos un poco los planes a Tito, pero al final llegamos a algo. Él estaba terminando de construir una cabaña a las orillas de la playa, más que una cabaña era como una ranchería donde las personas podían cubrirse del sol mientras estaban en la playa, la pintamos toda.
El proceso fue muy lindo, los pescadores se acercaban, los niños nos ayudaban a pintar y conocimos a la hermosa Sol y Anita, compartimos algunos tragos, nos enseñaron a hacer limonada con aguardiente y nos compartieron su visión sobre el futuro del pueblo. Ellas también eran foráneas y habían caído en las garras de Machalilla.
Al terminar de pintar la ranchería nos sorprendieron con un evento de inauguración, fue el alcalde de la comuna, un director de la armada, otras personas con varias medallas colgadas en el pecho, familias y hasta una excursión escolar. Bastante divertido haber hecho parte de Machalilla, al final terminamos dejando una huella en la ciudad, este proyecto que hicimos catapultó otros liderados por Ana, pero de estos proyectos les hablamos más adelante. Por el momento debemos seguir bajando hacia el sur, nuestro próximo destino es la capital de la fiesta ecuatoriano ¿lo conocen?
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