Por: Alfonso Vélez Jaramillo
Contentos y satisfechos con el ascenso del Club Deportivo Atlético Huila a la categoría A del futbol profesional colombiano, pese a que llegamos con el aviso del descenso colgado al pecho.
Felices por la demostración de vergüenza, honradez, decoro, y la conciencia de sus jugadores, cuerpo técnico y directivo a lo largo de este atormentado año en la B.
Durante este periodo les llovieron rayos y centellas y toda clase de críticas y hasta insultos a sus directivos y demás integrantes del plantel, pese a estar rindiendo y comandar los primeros lugares de la B.
Este triunfo no fue una casualidad, es el resultado del trabajo armonizado de un equipo humano, con el apoyo económico de algunas entidades públicas y privadas que no ahorraron esfuerzos ni su voluntad y pusieron su parte en este proyecto.
El solo hecho de ver las caras felices de amigos y escuchar las conversaciones positivas sobre el ascenso de nuestro equipo, podemos exigir que el Atlético Huila debe ser declarado como un patrimonio de los huilenses, es de todos, nos pertenece a todos y nos ponen felices sus triunfos y nos entristecen sus derrotas.
Claro está, hay algunas personas que no son amigas del deporte o del futbol o, son apáticas por situaciones personales y hasta políticas con sus directivos y siempre ven al club como una empresa de iniciativa privada, sin reconocer que el Atlético Huila, responde por una imagen regional y una cantidad de obligaciones económicas para ser competitivo y necesita el apoyo de todos los huilenses.
Por cuya razón, primero necesitamos el estadio, segundo, es importante el soporte del sector público, Departamento del Huila y sus municipios, debido a que el equipo necesita los recursos para operar como tradicionalmente lo han hecho en otras épocas los gobiernos desde que subió a la máxima categoría.
Hay algo que debo preguntar, ¿si los directivos del Atlético Huila afirman con firmeza que no reciben un peso del sector público, que hacen en su uniforme los avisos de la Electrificadora del Huila y de Empresas Públicas de Neiva EPN?, son gratis o no pagan. Es verdad o falsedad, es bueno aclarar.
Estas dos empresas de capital público, con autonomía administrativa y financiera funcionan como si fueran industriales y comerciales de capital privado, o sea que pueden disponer de los recursos.
Igualmente, me preocupa el modelo atípico y el sistema inequitativo de competencia adoptado por la Dimayor en materia de derechos y garantías de los equipos que intervienen en el torneo en plena pandemia, quienes con esfuerzo lograron el ascenso.
Aunque ustedes no lo crean, toda esa energía fácilmente se puede perder en los próximos seis meses.
Los equipos que subieron en esta oportunidad Huila y Quindío, es muy posible que bajen nuevamente este mismo año. ¿Por qué?, porque los ascendidos llegaron con el descenso colgado al cuello, les computan los mismos puntos del Pereira, que es último en la tabla de la Liga, a doce puntos del penúltimo que es Jaguares y a Jaguares le llevan otro tanto.
En ese orden los ascendidos tienen que ponerse al día y superar este escollo, en solo 20 partidos del próximo campeonato de 4 meses, por esta razón creo que será muy difícil sostener el equipo, eso pienso que no soy experto en el tema.
El torneo de la Dimayor es inequitativo, sobre el cual no se puede discutir legalmente porque fue votado en la asamblea del organismo por delegados de todos los equipos y los chicos se dejaron meter este “mico”, que favorece a los grandes y perjudica a los clubes pequeños que no tienen recursos ni el tiempo para reforzar el plantel.
Creo que esto si debe discutirse y resolverse de manera solidaria en aras de la igualdad y el respeto que debe caracterizar una sana competencia.
Felicitaciones para su presidente Juan Carlos Patarroyo, su ex presidente Jorge Fernando Perdomo, que organizó el equipo, al profesor Dairon Alexander Pérez Calle, a su gerente Carlos Barrero, a su director deportivo Gerardo Gómez y especialmente a sus jugadores por este nuevo aliciente que les proporcionaron a los huilenses.