Por: María Clara Ospina
Es fácil comprender las palabras de la canción popularizada por Tony Bennett: “Dejé mi corazón en San Francisco”; esta ciudad tiene algo que enamora.
Llegamos ella procedentes del norte, luego de recorrer la costa pacífica del estado de Oregón, desde la desembocadura del rio Columbia. Esta costa está bordeada por pequeños pueblos y extensas playas salpicadas de fantásticas formaciones de rocas. Aquí es común ver focas, nutrias y múltiples especies de aves. En marea baja se encuentran al pie de las rocas estrellas marinas, moradas, rosadas, naranja y amarillas, cangrejos y moluscos.
A la altura de Florence se encuentra el Parque Estatal Dunes, donde se puede disfrutar de más de 40 kilómetros de grandes dunas, de la más fina arena, al borde del mar.
Ya en California, desde Crecente City, continuando hacia el Sur por la maravillosa ruta 101, atravesamos los Parques Nacionales de los Sequoias Rojos (Red Woods), gigantes de la naturaleza, algunos de los cuales sobrepasa los 100 metros de altura y son considerados los árboles más altos del mundo. Solo el 5% de ellos se salvaron de los aserríos, que estuvieron a punto de acabarlos; hoy disfrutamos de los “sobrevivientes” gracias a estos parques.
Entramos a San Francisco por el Golden Gate, quizá el puente más hermoso y emblemático que conozco. No es el más largo, ni el más alto, ni el más moderno del mundo, pero su construcción en 1937 fue una maravilla de la arquitectura de la época y su localización sobre la bahía que da el nombre a la ciudad es simplemente excepcional. Para mejor contemplar su perfección se debe ir a unos de los miradores localizados al norte de su entrada. Desde allí se ve la totalidad del puente, en todo su esplendor; la bahía, las islas de Tiburón y Ángel, la prisión de Alcatraz y todo San Francisco.
Esta ciudad no es muy grande, ni muy poblada, para los estándares actuales, sus aproximados 900 mil habitantes la ponen en cuarto lugar de población en California.
Un 30 % de sus habitantes son de origen chino, siendo China Town el barrio chino más grande de USA y uno de los lugares más interesantes y divertidos para caminar y explorar los mercados de verduras, frutas, especies, peces y toda clase de productos orientales, inclusive las droguerías tradicionales; además de excelentes restaurantes, pastelerías y salones de té asiáticos, para todos los gustos y presupuestos, existentes en el barrio.
En el Wharf (puerto), solían descargar y vender los barcos pesqueros su pesca, hoy quedan algunos muelles con restaurantes de comida marina y Boudin Bakery, la más fascinante fábrica de pan donde aún se produce pan con “masa madre” usada desde 1898. Aquí se sirven dentro de los panes, espesas sopas de cangrejo, almejas o langosta.
Desde el muelle 39 salen los botes que hacen el recorrido por la bahía, pasando por debajo del Golden Gate y rodeando la antigua prisión de Alcatraz, de donde casi nadie logró escapar, debido a las peligrosas corriente y a las 14 especies de tiburones que merodean estas aguas.
En el Golden Gate Park, más grande que el Central Park de Nueva York, están importantes museos y varios jardines botánicos.
Queda mucho de esta hermosa ciudad por contar. Será en una próxima columna.