Por: Jose Eustacio Rivera
Las últimas semanas de proselitismo y campaña electoral presidencial, nos tiene cansados a todos los colombianos. Estrategias cargadas de estigmatizaciones, calumnias y fake news que rondan en redes sociales y todos los medios de comunicación.
Son contados con los dedos de la mano quienes han asumido un rol de debate y democracia a esta jornada electoral. Mientras tanto los estrategas y gurús del marketing político, se han encargado de que el odio en la razón y el corazón de la ciudadanía. Ya recargados producto del conflicto, el narcotráfico y los profundos vacíos que tiene el país.
A solo 4 dias de que se abran las urnas en todo el territorio nacional, un amplio sector del país odia al otro y viceversa. Ya señalan que los electores potenciales del ingeniero Rodolfo Hernandez son Uribistas, narcos, xenofobos y machistas, y los electores de Gustavo Petro son guerrilleros, resentidos y destructures de la economia.
El voto en blanco crece por que el elector que no ha tomado una decisión se siente bajo presión para tomar una postura, ante las guerras campales que se están convirtiendo las redes sociales y las conversaciones de este tipo en los diferentes espacios sociales. No se hace comunista o neoliberal tomar una postura en esta contienda, es claro que hay dos candidatos que representan el cambio en el país, cada uno con sus yerros.
¿que será del país después del domingo? Hay incertidumbre, hay quienes ya presumen irse del país, al convertirse Colombia en una nueva Cuba, o una Venezuela. Otros mas agrios en que el país estará en llamas si el polémico ingeniero Hernández es el presidente. No es el momento de otra exposición social. Hay que tomar con mucha serenidad los resultados del domingo, y aceptar la voluntad de las mayorías por muy reñidas que estén las opiniones y resultados de las regiones del país.
el miedo de algunos quizás pueda tener justificación o fundamento, todos vivimos realidades diferentes, producto del conflicto y las infinitas de malos momentos que ha tenido el país en todos sus sectores.
La fiesta de la democracia ya no tiene nada de fiesta, las elecciones se volvieron el carnaval de improperios, las mentiras y los bulos que solo hacen incendiar nuestra ganada democracia, ganada por la lucha de nuestros libertadores. Ojalá el ganador del domingo tenga la grandeza de asumir un país dividido en un gobierno convocante y con intención de unirnos, y el perdedor acepte los resultados en medio de lo adversos que sean. En miedo y odio se ha convertido esta democracia, ojalá no sea demasiado tarde para que todos entendamos que esa formula y el nuevo gobierno sea un país para todos y no para unos pocos.