LA COLUMNA DE TOÑO
Por el P. Toño Parra Segura – padremanuelantonio@hotmail.com
Todavía en un ambiente alegre del nacimiento de Cristo como Señor de la historia, inicio de un nuevo año con la portada amorosa de María como Madre de Dios y hoy la manifestación luminosa de Jesús a todo el mundo, continuamos la vida y el tiempo como dones de Dios.
Presento por tanto y renuevo mi saludo de Año Nuevo “para combatir la pobreza y construir la Paz” como dice el Papa actual, a los dueños del Diario del Huila, quienes en buena hora volvieron a su administración y quienes desde hace 40 me brindan sus páginas para este mensaje dominical. Igualmente a nuestros queridos lectores, porque sin ellos, no habría estímulos para seguir escribiendo. Gracias por sus comentarios y aceptaría toda clase de sugerencias para mejorar la presentación de la Palabra de Dios.
Esta fiesta de la Epifanía, o manifestación de la luz, al principio del cristianismo no se separaba de la Navidad y aún hoy tiene celebración en algunos países europeos. Hoy es la fiesta de los regalos, a imitación de los sabios de oriente que escogieron lo mejor que tenían para la visita a Jesús en el pesebre.
Afortunadamente el Evangelio de hoy no menciona la palabra “magos”, ni da su número ni los nombres. Por la tradición, la información es imprecisa e incompleta y así mucha gente piensa más en los magos que en el Señor de la luz que les cambió su vida. A muchos les gusta más la “magia” que la verdad de Dios.
Dios se manifiesta a cada persona y a cada pueblo en su contorno propio y a su debido tiempo. El pensador Andrews Mattkews, recordando que la vida no le permite a nadie corregirse a deshoras dice: el epitafio que se puede poner sobre la tumba de algunas personas: “Aquí yace uno que iba a ser feliz mañana, nacido en 1958 y muerto en 1994: Paz a su tumba”.
Así como a los pastores no les hubiera dicho nada la estrella, así a los sabios el saludo angelical los hubiera dejado sin entusiasmo. Dios habla no solamente a través de la Biblia, que había anunciado claramente este acontecimiento, sino a través de hechos que golpean la realidad de la mente humana. Astrónomos y sabios que vivían de cara al cielo, mirando las estrellas, descubrieron una nueva que transformó su vida de forma repentina: “Dónde está el Rey de los judíos?, pues hemos visto aparecer su estrella y venimos a adorarlo”.
Veamos dos actitudes: la de los sabios de oriente y la del rey Herodes, para que nos situemos en cuál de las dos estamos nosotros que nos seguimos llamando cristianos.
Los personajes de Oriente, dejan sus palacios, sus comodidades, alistan el viaje y se ponen en camino.
Ponerse en camino, es iniciar la fe, animarla y conservarla. Porque se dejan guiar por la luz de Dios, llegan a la meta a pesar de todas las dificultades.
En segundo lugar encuentran al Rey y lo adoran, sin más preguntas ni dudas.
La adoración no hay que confundirla con la “adulación”. Ojalá entre nosotros haya más adoradores que “aduladores”. Adorar es reconocer a Dios como el dueño de todo. Y en tercer lugar: Ofrecen: oro, incienso y mirra, signos preciosos de generosidad y de cumplimiento del futuro del Mesías. Adoran, regalan y regresan por otro camino que es su conversión.
Herodes, se turba, se asusta, ofrece ir también a adorarlo, le llega la luz y lo deja ciego y celoso de poder.
Trama matar al niño y no puede. Herodes tiene muchos seguidores a quienes incomoda la presencia de la verdad de Dios, de su Hijo y de su Iglesia. Sueñan con buscar al niño en el cual no creen, abortan la vida física y la de la gracia y su final será el mismo del rey inicuo.
Ahora sí: somos luz para nuestros hermanos? Iniciamos el camino con fidelidad? Somos generosos para dar lo mejor de nosotros?