Por: Harold Salamanca
La economía circular es un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. Con esta práctica, se logra extender el ciclo de vida de los productos. En otras palabras, la aplicación de este modelo, permite reducir los residuos al mínimo. Se propende entonces, que cuando un producto llega al final de su vida útil, sus materiales se mantienen dentro de la economía. Estos pueden ser productivamente utilizados una y otra vez, creando así un valor adicional. Este modelo va en contravía del modelo económico lineal tradicional, basado principalmente en el concepto usar y tirar, que requiere de grandes cantidades de materiales y energía baratos y de fácil acceso.
Hoy día, según estudios realizados por la Unión Europea, las ciudades están ocupando más espacios sacrificando las zonas destinadas a la producción de alimentos. En el año 1900 las zonas urbanas o ciudades representaban el 14% de la ocupación del territorio. En el año 2010, se llegó al 55% de ocupación en zonas urbanas y se espera que en el año 2050 se llegue al 66%. Eso significa que el sector agrícola debe ser más efectivo en producir mayor volumen de alimentos en menor superficie de terreno. Estas zonas urbanas requieren 40.000 millones de toneladas de recursos y se espera que para el 2050 se requiera 90.000 millones. Por tanto, cada vez más personas habitarán en las ciudades y por ende se requerirán más alimentos.
Lo anterior, sin mencionar el grave impacto que se genera en el clima de la tierra, las irreparables consecuencias que sufre el medio ambiente por la extracción y el uso de materias primas que desbordan la capacidad de las fuentes productoras, el incremento del consumo de energía y el consecuente aumento de las emisiones de CO2. Por el contrario, la implementación del modelo de economía circular permite implementar medidas como la prevención de residuos, el diseño ecológico y el reúso. Acciones que una vez implementadas tendrán como resultado reducir la presión sobre el medio ambiente, mejorar la seguridad de suministro de materias primas, y estimular la innovación.
Conocida esta realidad, en mi opinión queda claro que es urgente incorporar en nuestra legislación la economía circular como una política pública, y más allá de esto, implementarla como una práctica obligatoria para el comercio y la industria nacional.
