Aníbal Charry González
Por cuenta de la politiquería y la corrupción que son equivalentes, generadas como tantas veces lo he sostenido en esta columna por el sistema político electoral podrido que tenemos, nada podemos hacer bien en este país en materia de obras públicas para garantizar su calidad y correcto funcionamiento en beneficio de la comunidad, como efecto de un Estado ladrón e irresponsable manejado por politiqueros a quienes solo les interesa su contratación espuria para el enriquecimiento ilícito como lo padecemos sistemáticamente en medio de la inacción y complicidad de los organismos de control que nada controlan en representación de la sociedad que deben defender, con cargos provistos por la politiquería y la corrupción para su protervo beneficio y no del pueblo colombiano.
Para muestra de las tantas que tenemos que sufrir a lo largo y ancho de la geografía nacional, hay que registrar por lo insólita en el sector de la educación, como lo ha hecho la prensa regional, especialmente de los niños que es un derecho fundamental para salir de la pobreza, el atraso y la misma plaga de la corrupción que nos devora, ocurrida en Neiva en el colegio IV Centenario que fue entregado pomposamente hace un año con la presencia del entonces ministro de Educación Alejandro Gaviria, para albergar 1000 estudiantes, y ahora se encuentra prácticamente en ruinas, pues sin entrar en funcionamiento fue desvalijado por vándalos y ladrones con graves daños a sus instalaciones donde se robaron hasta la misma dignidad de la comunidad como lo dijo su actual rector Alfonso Urbano, como consecuencia de la irresponsabilidad de ese Estado ladrón, insensible e improvidente que no proporcionó la vigilancia y la atención debida a la obra recién inaugurada para que no se convirtiera en pasto de la delincuencia y el vandalismo.
Esto dijo literalmente el rector que me releva de una mayor descripción de este nuevo crimen contra la sociedad, porque no se puede llamar de otra manera: “Se han robado la dignidad de la comunidad, los grifos, las llaves, los tanques de los sanitarios, las luminarias, la red eléctrica, la red contra incendios, son muchos los daños y los robos que han hecho aquí en esta sede habilitada para recibir más o menos unos mil niños. Lo recibió el alcalde Gorky Muñoz el año pasado y tengo entendido que lo dejaron sin celaduría un buen tiempo que fue el momento en el que aprovecharon los ladrones para robarse la mayoría de elementos, eso es inaudito y finalmente la perjudicada es la comunidad”.
Lo dicho: Estado ladrón en la construcción de obras de infraestructura e irresponsable con su conservación y funcionamiento, que no es más que manifestación de ese cáncer de la corrupción metástasica sin que nada pase en este paraíso de la impunidad, donde los alcaldes terminan su período para vergüenza pública, en medio de gravísimos cargos de corrupción sin que la justicia se pronunciara como en el caso del inefable Gorky, responsable también del abandono del colegio que hizo posible su desmantelamiento y destrucción antes de que entrara en funcionamiento.