Por: GERARDO ALDANA GARCÍA
En buena hora el gobierno departamental mediante la Secretaría de Cultura acaba de sacar la nueva convocatoria pública de concertación de proyectos y estímulos parar gestores culturales huilenses 2024, disponible en www.huila.gov.co. Se trata de un magnífico instrumento de inversión social en el sector cultura, debidamente inspirado por la Ley 397 de 1997 y sus reformas y decretos reglamentarios, en cuyo marco algunas regiones como el Huila, impulsan el financiamiento de iniciativas, proyectos y conceden estímulos a la dinámica cultural y artística de sus creadores. El Huila es un abanderado de los estímulos culturales a nivel nacional. Por este medio, creadores y organizaciones culturales pueden acceder a recursos de cofinanciación con los cuales coadyuvan a hacer realidad sus iniciativas. Hasta aquí, el efecto de tan valioso programa es claramente positivo, sin embargo; es conveniente revisar la trascendencia de este en los verdaderos cambios de condiciones de vida del beneficiario.
Suele ocurrir que, algunos creadores y organizaciones culturales se han vuelto tan expertoos en atender los requisitos establecidos por las convocatorias de estímulos, no solo del Departamento sino también del Ministerio de Cultura, lo que les franquea, cada año, el derecho de acceder a montos económicos que pueden llegar, para el caso del Huila en 2024 a la suma de $15.000.000., sin contar los otorgados por la cartera nacional de cultura. Y con estos recursos, algunos creadores se van a ferias, viajan a Europa, hacen exposiciones, realizan investigaciones, etc. El hecho es que, llama mucho la atención que la inversión de estos recursos en los beneficiarios no refleja la aparición de emprendimientos sostenibles, y mucho menos sustentables. El dinero recibido pareciera servir para el costeo de actividades que no están articuladas estratégicamente en un proyecto productivo; incluso se puede suponer que en diversos casos el estímulo recibido se vuelve plata de bolsillo, y el creador no genera condiciones para un mejor mañana. De esta manera siempre estará a la espera de la convocatoria anual para repetir un ciclo en el que da vueltas como el orate cuyo juicio le es imperceptible. Hay que sumar al panorama que, existen creadores y organizaciones con un poder especial que les hace viable acceder consuetudinariamente a los beneficios; saben mover los hilos de un andamiaje sensible a cierto tipo de gestiones, con lo cual toman ventaja a muchos emprendedores culturales, nuevos en el panorama, pero con ganas de salir adelante y que se quedan atrás, con la esperanza quebrada y la fe en el Estado, desecha.
Pero la reflexión lleva también inexorablemente a analizar a los artesanos y artistas que durante años o décadas vienen recibiendo el apoyo del Estado en capacitaciones, apoyos para el comercio, promoción, viajes, etc, y tampoco mejoran sus talleres y emprendimientos, lo cual debería revisarse y propender su superación hacia la aplicación de sendos planes de negocios en los que, han sido formados, unas veces por Universidades, otras por la Cámara de Comercio y muchas otras por los programas del gobierno nacional, del departamento o de los municipios. Desde cada entidad que apoya a los creadores y organizaciones culturales, se debería avanzar en la personalización del beneficiario, a fin de determinar, en virtud del asistencialismo estatal, en qué estado de desarrollo empresarial se encuentra, lo que ha de permitir ser asertivo y selectivo a la hora de hacer una nueva inversión pública. Hay muchos creadores a quienes solo les faltan cinco centavos para el peso; y muchas veces este faltante tiene que ver con la comercialización de sus ofertas. Así mismo, hay centenares de huilenses que requieren la atención de más eslabones de su cadena productiva, lo cual ameritará el direccionamiento de la inversión pública hacia estos. Y bueno, aquellos que tanto han recibido y no se han transformado para hacerse autosostenibles, tendrán que dar espacio a nuevos actores, nuevos creadores y sus propuestas. De esta forma, tal vez le resulte posible al creador, cesar la costumbre de estar supeditado a los auxilios o estímulos del Estado mediante los gobiernos, del que, tal vez ya sea tiempo de desprenderse.