En la noche anterior se iniciaron las festividades navideñas, época deseada por todos los colombianos por el significado histórico que representa para las comunidades católicas y porque representa para muchas `personas el espíritu navideño que reinará todo el resto del mes de diciembre. Ayer y hoy, constituyen unas fechas especiales de la temporada de fin de año, pues se empieza a celebrar los días de las velitas. En algunas ciudades de Colombia, las velas se encendieron anoche, en otras, la gente madrugó hoy a prender sus velas. No obstante, lo que sí es claro es que son días tradicionalmente familiares. Igualmente se podrán observar los alumbrados navideños que se inauguraron en la mayoría de los municipios del país, en medio de la amenaza de la cuarta ola de contagios por Covid, dadas las estadísticas crecientes que diariamente promulgan los organismos de salud.
Lo indispensable es que, durante este periodo navideño, se caracterice por el regocijo y la alegría de todos los integrantes de las familias. No debe desbordar la prudencia. Que sea, de verdad, una Navidad para el grato recuerdo, en especial de los niños. En ese sentido, es inevitable volver sobre el uso de la pólvora, en el que vale insistir una y mil veces, con tal de que haya conciencia entre los adultos y se evite esa tragedia absurda y dolorosa de ver a los menores quemados. Se trata de no malograr vidas, o el futuro de los niños, pues las quemaduras o mutilaciones quedan no solo marcadas en el cuerpo sino en el alma, en lo psicológico. Por ello, no quemarlos, ni a los mismos adultos, es una obligación, con sanciones e implicaciones judiciales.
La pólvora solamente debe ser manipulada por manos expertas. Es urgente respaldar campañas oficiales: Nunca toques pólvora. Nunca, en la que se pregunta en dónde se quiere pasar la Navidad, si en la tranquilidad del hogar o en el pabellón de quemados. No podemos volver a los balances presentados en otrora. Muchas sufrieron amputaciones. Triste balance. A todos los afectados, junto a sus familias, se les amargó la Navidad, pero también la vida, porque ese efímero momento de estallidos, luces y colores suele ser una marca para siempre. Y eso es lo que hay que evitar a toda costa. Así mismo, muchas mascotas entran en pánico y algunas se pierden.
Hacen bien las autoridades en controlarla y decomisarla. No debe haber ventas callejeras como quien ofrece turrones. Eso está en manos de los alcaldes. Ya se han decomisado miles de kilos, pero durante éstos días, se deben redoblar esfuerzos. Con ello se están salvando vidas y previniendo desgracias. Es tarea de todos. La más bella luz está en una vida sin marcas dolorosas. Disfrutemos la navidad, pero sin pólvora.