La sociedad colombiana ha venido padeciendo el peor viacrucis que está afectando su capacidad de pago, producto de la saciedad alcabalera del gobierno del cambio, que con su accionar sigue empobreciendo a todas las familias colombianas. Así los integrantes del equipo económico del alto gobierno sigan insistiendo que son medidas que implican una responsabilidad fiscal, los ciudadanos de pie, no lo perciben así. Continuar con esta política pública de seguir sucesivamente incrementando el precio de la gasolina, es bastante lesivo para todos los agentes económicos del país. Con esa retórica barata, tienen en ascuas el bolsillo de los colombianos. Estas medidas lesivas, no redundan en beneficios para la economía colombiana. Por el contrario, se empieza a generar una disminución de la demanda interna, y por ende, un aumento del desempleo por la baja en las ventas en las diferentes organizaciones empresariales, así sean pequeñas, medianas y grandes.
En la madrugada del día anterior se anunció el incremento del precio de la gasolina. El galón tuvo un alza de 600 pesos, de acuerdo con lo expresado por la Comisión de Regulación de Energía y Gas. Debido al hueco que tiene el Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles (Fepc), el precio de la gasolinaya ha subido 2.650 pesos desde que se posesionó el presidente Petro el pasado 7 de agosto. En nuevo precio que pagarán todos los colombianos ricos y pobres será de $11.767 pesos en promedio por galón, a partir de la fecha. Aunque en otras ciudades este precio superará los $12.000. De acuerdo con el anuncio del nuevo ministro de Hacienda Ricardo Bonilla, las subidas no pararían ahí. El precio seguirá aumentando de manera gradual hasta llegar a los 16.000 pesos en promedio en todas las ciudades, en el mes de diciembre del presente año. De modo que el lema utilizado durante su campaña presidencial de “viviendo sabroso”, se convirtió en el peor flagelo económico por el impacto lesivo sobre el bienestar de las familias colombianas.
No podemos seguir echándole la culpa a los anteriores gobiernos, que mantuvieron los precios de los combustibles, con precios inferiores a $9.180. El gobierno nacional, no puede caer en el síndrome de la ineptitud y de la incapacidad, para tomar decisiones que conduzcan a proteger los exiguos ingresos de los colombianos. Todos sabemos que cualquier alteración del precio de los combustibles, tienen un efecto directo en la inflación, que en marzo según el Dane siguió subiendo y llegó a un dato anual de 13,34 %. Hay que ser más creativos y se debe rediseñar una política de hidrocarburos más equitativa. La sociedad colombiana, debe nutrirse de estos beneficios. No podemos seguir siendo irresponsables porque solo se están beneficiando las empresas multinacionales que exploran y explotan este importante recurso natural no renovable.
