Aníbal Charry González
Cuando se esperaba que la Corte Suprema de Justicia elegiría sin dilación la nueva fiscal de una terna integrada solo por mujeres impolutas y de gran trayectoria jurídica, elaborada sin cálculo alguno para que no existiera interinidad en el ejercicio del cargo una vez terminara el periodo del incompetente y sinuoso fiscal de bolsillo del régimen de corrupción Francisco Barbosa, la alta corporación de justicia decidió actuar con cálculo para seguir en el mismo sainete politiquero de siempre en esta trascendental elección, aplazándola con una sorprendente y sospechosa votación de 13 votos en blanco de 23 posibles que comunica falta de transparencia y celeridad en este proceso .
Porque lamentablemente hay que decirlo, este proceso de elección del fiscal general no ha estado exento de tráfico de influencias para elegir, no al más calificado jurista experto en derecho penal que se ponga al servicio de la justicia y de la lucha frontal contra la criminalidad de todo pelaje, especialmente la de cuello blanco que nos tiene al borde del colapso social: de tal manera que el elegido resulta peor de perverso e incompetente que el anterior, listo a guardarle la espalda a los delincuentes más encopetados del establecimiento corrupto y criminal producto del intercambio de favores entre el Ejecutivo y sus electores en la Corte Suprema, al punto de que en elecciones pasadas se habló de contratos y puestos que tenían los familiares de los magistrados como resultado del torcido cálculo en dicha elección.
Y es que resulta sospechoso que mientras los magistrados hacían fallida la elección, el alevoso y locuaz Barbosa enviaba un mensaje directo a la Corte desde los Estados Unidos como resultado de un supuesto pronunciamiento del Departamento de Justicia, acerca de dejar libre de polvo y paja a la cuestionada vicefiscal Martha Mancera, para que sin ningún problema y con su beneplácito quedara encargada de la Fiscalía una vez terminara su funesto periodo el 12 de febrero, machacando marrulleramente la autonomía que tenía la Corte para elegir su reemplazo cuando a bien lo tuviera, que al parecer fue copiado por sus electores para no dar cumplimiento estricto a la Constitución y a la ley, eligiendo oportunamente al fiscal general.
Esta manipulación politiquera que se hace para elegir a tan alto funcionario de la justicia -porque no se le puede llamar de otra manera-, que ha permitido como se ha dicho, elegir a los peores calificados para el cargo, como Martínez Neira y Barbosa, hace urgente que se eliminen las funciones electorales de la Corte para no desviar el correcto ejercicio de la justicia, que como se ha visto han terminado pervertidas por los intereses politiqueros y clientelistas que se dan como plaga por la cooptación que siempre se ha hecho desde el Ejecutivo para esta clase de procesos con la pervertidora mermelada, que no es más que corrupción que comienza con la misma elección en los organismos de control de quienes se supone deben luchar contra este cáncer que amenaza con devorarnos a todos. Así como se podrá extirpar.
