Por Juan Pablo Liévano
La emergencia de Rosas (Cauca) en la vía panamericana es de común ocurrencia en Colombia. Nuestra topografía es accidentada y el terreno montañoso siempre sufre en los inviernos. Lo de Rosas es especialmente preocupante, ya que no existen vías alternas adecuadas para desviar el flujo de pasajeros y carga. Por lo tanto, el departamento de Nariño ha sufrido de manera especial por cuenta del derrumbe. En este momento se genera escasez de varios productos.
Los precios han subido de manera acelerada, por la restricción en la oferta, lo que además generará presiones inflacionarias adicionales en la región. Igualmente, se espera que el alza inflacionaria en los servicios de transporte sea mayor que en el resto del país. Preocupa de manera especial el suministro de gasolina y diésel en la región y la incidencia que tendrá la escasez de productos en el contrabando que se generará desde Ecuador. Lo cierto es que las vías principales del país en muchas regiones aún no están a la altura de lo que se debería tener.
No hay sino que ver la vía Bogotá – Girardot, que aun funciona con un solo carril en muchos tramos críticos, y ni hablar de lo deficiente que es la vía Popayán – Pasto. Todo lo que está sufriendo Nariño y el Cauca sería evitable si existieran vías alternas adecuadas. La realidad es que las mismas son muy precarias e insuficientes para un país que decidió depender del trasporte terrestre. Hay que tener claridad de que la responsabilidad no es de este Gobierno. La falta de atención a vías alternas en el suroccidente y en el suroriente es palmaria por décadas. Para el Huila, por ejemplo, la famosa Ruta Neiva-Mocoa, es aún una promesa en desarrollo. Además, será insuficiente en pocos años, pues no contempla verdaderos grandes trabajos de ampliación.
También, las vías hacia Popayán, por el sur del Huila, aún son precarias. Puras promesas y nada de realidades, como alguna vez me lo dijo uno de los guías del parque arqueológico de San Agustín. Y ni hablemos de la vía Mocoa a Pasto, donde un viaje dura 5 horas y hay que pasar por el famoso “Trampolín del Diablo”. Esto no puede continuar. El Gobierno nacional debe hacer un plan a mediano plazo para la conexión real, por vías principales y alternas de buenas especificaciones, que conecten adecuadamente a Neiva, La Plata, Pitalito, Mocoa, Pasto y Popayán con el Ecuador. No más promesas, pues las vías requieren realidades. Por otro lado, el Gobierno, en lugar de usar los recursos de la reforma tributaria en su desarrollo, los dedicará a subsidios.
Totalmente inoficioso subsidiar los peajes, lo que costará alrededor de 800 mil millones de pesos al año, y el 50% del SOAT de motos y otros vehículos, que costará “solamente” 2 billones anuales. Esperemos que el Gobierno solucione de manera rápida y diligente la situación de Rosas (Cauca), sea a través de un “bypass” marítimo o la construcción de un tramo de la vía que rodee el derrumbe, pues la interrupción del comercio con Ecuador es preocupante y las pérdidas para los negocios, la región y el país son cuantiosas.