Álvaro Hernando Cardona González
Mañana, la mayor parte de los seres humanos estaremos celebrando como cada 365 días, las épocas históricas del nacimiento y primeros días del más grande de todos los hombres: Jesús.
La que debiera ser la fiesta más feliz del año, se prolongará hasta el día de los Reyes y permitirá que cada quien comparta con los suyos y haga reflexiones sobre lo fundamental en la vida de cada cual.
Ojalá cada uno de nosotros (sobre todo los que escogieron hacer daño al pueblo, con miles de excusas, por cierto inaceptables), se proponga asumir una actitud ética de cumplir sus deberes para asegurar la paz y prosperidad para todos. El nacimiento de Jesús, hace 2023 años, debe ser el momento anual para recordar qué somos y a qué vinimos a esta Tierra, y de alguna manera la ocasión para que cualquier intención o pensamiento malo, perverso o mal intencionado frente a otro ser humano se deponga.
Y en este espacio, siempre aprovechamos también para hacer reflexiones sobre el uso que damos a los recursos naturales y al medio que nos rodea. Neiva y nuestras poblaciones cada vez son más sucias, más ruidosas y más expuestas al calor. Y ni hablar de los estragos que cada vez con mayor fuerza y devastación está causando el verano; por eso este año se celebró la COP 28.Es que la paz, la y la concordia de la que hablábamos atrás también viene cuando somos conscientes del entorno, de su condición y de su influencia sobre nosotros. Y esa paz la logramos cuando hacemos algo por restaurar, conservar o recuperar nuestro Medio Ambiente.
En paz y armonía con la naturaleza se alcanza también en la sociedad. Menos calor y menos ruido en la ciudad disminuyen los niveles de estrés y mejora nuestra calidad de vida. Más recursos naturales disponibles o menos uso innecesario de los mismos disminuyen los niveles de conflictividad social. En paz con la naturaleza y en paz con nosotros mismos.
La Navidad es óptima para que aquellos que aún anidan sed de venganzas y ánimos delictivos, se transformen. No hay derecho a cómo tienen la Patria. Ustedes también tienen hijos, familias y esperanzas como todos nosotros; las merecen; nos las merecemos. Quienes están llenos de odios deben deponer esos ánimos y las confrontaciones y aprestarse a la colaboración ciudadana. Cada uno de nosotros no puede idear un mundo sin los demás; por eso la colectividad somos todos y por tanto todos somos culpables de lo que pasa, de este estado de cosas.
Esta celebración debe recordarnos en resumen, lo que Jesús enseñó y hemos dejado de hacer tanto: amarnos los unos a los otros. Buscar el bien común. El beneficio colectivo. ¡Feliz Navidad!