Por: Harold Salamanca
En Colombia, la violencia y el feminicidio han alcanzado niveles alarmantes, convirtiéndose en una dolorosa realidad que afecta directamente a las mujeres y a la sociedad. Las cifras son contundentes y nos obligan a reflexionar sobre la urgencia de abordar esta problemática de manera integral y efectiva. Según datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia, en el año 2022 se registraron 614 feminicidios en el país. Estas cifras revelan la magnitud de la violencia de género y nos interpelan como sociedad. Cada uno de esos casos representa una vida perdida, una familia destrozada y un futuro truncado.
La violencia y el feminicidio no solo afectan a las mujeres, sino que tienen un impacto profundo en toda la sociedad. Generan un clima de miedo e inseguridad que limita la libertad y el desarrollo de las mujeres en todos los ámbitos de sus vidas. Además, perpetúan desigualdades de género y obstaculizan el avance hacia una sociedad más justa e igualitaria. Es fundamental que las instituciones y la sociedad en su conjunto trabajemos de manera coordinada para prevenir y erradicar la violencia de género. Esto implica fortalecer los mecanismos de protección, promover una educación integral en derechos humanos y de género desde temprana edad, y garantizar una justicia efectiva y sensible al género. Asimismo, es necesario fomentar la participación activa de hombres y mujeres en la construcción de una cultura de respeto y equidad.
La lucha contra la violencia y el feminicidio requiere de un compromiso firme y sostenido. No podemos permitir que más mujeres sean víctimas de esta violencia, ni tolerar la impunidad que rodea muchos de estos casos. Es responsabilidad de todos alzar la voz, denunciar cualquier acto de violencia y promover una sociedad basada en el respeto y la igualdad.
Es urgente la promoción de una masculinidad positiva y corresponsable, es esencial trabajar con hombres y jóvenes en la promoción de una masculinidad basada en el respeto, la igualdad y la responsabilidad. Esto implica promover modelos de masculinidad que rechacen la violencia y que se comprometan activamente en la prevención de la violencia de género. Se deben impulsar espacios de reflexión, diálogo y formación para fomentar relaciones saludables y equitativas, y para cuestionar los estereotipos y roles de género que perpetúan la violencia. Es inaceptable que las mujeres sigan siendo víctimas de una violencia que las somete, las silencia y las mata.
