En el departamento del Huila, se notan los niveles de pobreza que presentan las familias por la falta de oportunidades laborales y por la forma negligente del gobierno nacional para atender con eficacia las necesidades básicas insatisfechas. A pesar de los informes incoherentes de la FAO y que fueron desmentidos oportunamente por el Banco Diocesano de Alimentos adonde acuden diariamente a pedir una canasta de alimentos para poder alimentarse, reflejan una situación más dramática de la que informan las esferas gubernamentales. La situación del hambre es bastante preocupante. Se afirma que más del 50% de las familias en el país, han dejado de consumir las tres comidas diarias. Por eso los niveles de desnutrición son bastante altos. Cerca del 30% de la población solamente consume una sola comida diaria.
En el ambiente electoral, a ningún candidato se le escucha planteamientos que conduzcan a mejorar esta precaria situación gastronómica en que se debaten miles de familias en el país. El mismo discurso ventijuliero de cada cuatro años, lo esbozan en los diferentes escenarios adonde son invitados. Por eso no es extraño que a solo 27 días para que el constituyente elija al nuevo Congreso de la República, se noten la presencia masiva de personas en los diferentes directorios de los candidatos, solicitando apoyo económico para financiar algunos gastos del desarrollo de las campañas, pero que en la mayoría de las veces buscan, que les aporten dinero para sus gastos personales, con el fin de “garantizarles una significativa votación en las urnas”.
En las diferentes reuniones que se realizan, los famosos “líderes políticos”, les exigen a los candidatos, recursos para realizarle las reuniones en los barrios. Les brindan un refrigerio con una empanada o buñuelo, donde acuden masivamente las familias con todos sus miembros, que no han tenido la oportunidad de cenar para satisfacer transitoriamente su necesidad fisiológica del hambre. Solamente invierten menos del 40% de lo que les dan y el resto es para los bolsillos de estos dirigentes.
Lo que no sabe el aspirante, es que el mismo supuesto “dirigente avivato” acude donde otro candidato para pedirle dinero, con el fin de organizarle una reunión política en el mismo sitio del anterior. Y vuelve y juega, acuden todas las mismas familias porque esa noche les van a dar tamal con chocolate. Y así sucesivamente este mercader de la política logra durante el proceso electoral algunos dividendos económicos para su propio peculio y las promesas que realizaron los candidatos a los cuales invitó, quedan en veremos, porque no hay nadie quien se conduela con el dolor y las necesidades de los sectores poblacionales que venden la voluntad política, el día de elecciones por dádivas económicas o un plato de lechona o un tamal con chocolate.
Además, es muy triste ver cómo la clase dirigente política en nuestras regiones se aprovechan de la población marginada y sin educación, prometiéndoles que van ser los salvadores y que gestionarán los recursos para desarrollar las obras de desarrollo social y económico cuando asuman sus curules o sus cargos, pero una vez elegidos se vuelven inalcanzables y ajenos a la vista de los electores, porque la mayoría de ellos manifiestan que ya les pagaron por su apoyo electoral y que no tienen responsabilidad sobre el futuro de ellos. Que esperen 4 años que allá vuelven a ofrecerles dádivas por sus votos.