La jornada electoral desarrollada el pasado domingo se convirtió en una verdadera fiesta democrática donde fueron elegidos los dos candidatos que disputarán la presidencia de la república el próximo domingo 19 de junio. A pesar de la alta abstención del 45,09% considerada la más baja en 20 años en primera vuelta, la sociedad colombiana, tuvo la oportunidad de salir libremente a las urnas para depositar su voto sin presiones externas, excepto en algunas regiones donde hacen presencia las organizaciones subversivas, que estuvieron presionando a los residentes para que votaran por el candidato de la oposición, pero que fueron desatendidas estas directrices. La convocatoria para participar en esta contienda electoral no pudo ser otro que el deber de cumplirle a la democracia. Y hay que ser taxativos en que esta participación no se redujo a depositar el tarjetón en la urna. Implicó también una necesaria postura ética en cada ciudadano.
Es positivo que en los votantes, desde luego, eligieron a conciencia los dos candidatos lejos de cualquier interferencia indebida; en los jurados y demás funcionarios de la Organización Electoral, cumplieron a cabalidad y con total transparencia con su deber y, por último, pero no menos importante, en los aspirantes y sus equipos, mostrando un proceder regido por los más altos estándares éticos, lo que incluyó primordialmente el respeto por las reglas de juego.
Como lo dispone la legislación vigente, los dos aspirantes volverán a salir a las plazas públicas y volverán los debates en cada uno de los escenarios donde sean invitados. Nuevamente Petro y Rodolfo volverán a exponer sus propuestas a la sociedad colombiana a través de sus discursos, publicidad, entrevistas. Igualmente, la constituyente primaria volverá a observar y escuchar sus peroratas en las correrías y concentraciones por el país. Volverán las encuestas y sondeos de opinión realizadas por las empresas autorizadas por el Consejo Nacional Electoral. Recordemos que éstas fallaron siempre porque a Rodolfo Hernández siempre los dejaron en los puestos inferiores. El proselitismo, para esta segunda vuelta, se trasladarán otra vez a espacios abiertos y virtuales.
No necesitamos expertos, para percibir los vientos cruzados que pueden sacudir las próximas justas. Es evidente la ansiedad que marca un contexto que combina alentadoras cifras de crecimiento económico con la dosis de incertidumbre inevitable, resultado, entre otros, de no haber pasado aún del todo la página del Covid, la guerra en Ucrania y su impacto en la economía global, el aumento de la inflación y, con ella, del costo de vida para millones de hogares, además de la compleja situación de orden público que se vive en algunas zonas del país. Lo que, si es claro, es que la sociedad colombiana les pasó factura al accionar gubernamental del presidente Iván Duque Márquez y a la clase política de siempre. Estamos viviendo momentos de reflexiones profundas.