Los residentes del tranquilo condominio Residencial Recanto Florido, en Vinhedo, están tratando de sobrellevar el trauma tras el impactante accidente aéreo que dejó 62 muertos. El avión se estrelló en el jardín de una de las casas del vecindario, alterando para siempre la vida de quienes habitan en este exclusivo enclave a unos 80 kilómetros al noroeste de São Paulo.
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Lourdes da Silva Astolfo, una residente de 67 años, fue testigo del desastre. «Fue horrible, horrible. Nunca vi un accidente tan grave, una tragedia tan triste aquí en Vinhedo», expresó con voz temblorosa. Da Silva describió el momento del impacto como una experiencia aterradora. «Estaba por salir de casa cuando sentí un estruendo, como un temblor, y de pronto vi el avión casi encima. Segundos después, todo fue gritos y un espeso humo». A pesar de que su casa quedó intacta, la conmoción y la tristeza la han dejado sin poder dormir desde entonces.
Roberta Henrique, presidenta de la asociación de vecinos del condominio, subrayó la gravedad del impacto psicológico en la comunidad. «Este es un momento muy trágico que tomó a todos por sorpresa, dejando a los vecinos asustados y psicológicamente conmocionados», comentó. Muchos de los residentes, normalmente reservados y acostumbrados a la privacidad de sus hogares, han sido generosos al ofrecer sus jardines y otros recursos para apoyar las labores de rescate. “La sensación era de pánico, de impotencia por no poder hacer absolutamente nada para ayudar. Realmente no estaba en poder de nadie hacer nada. Esa fue la tristeza más grande”, agregó Henrique.
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A pesar del caos, los habitantes del Residencial Recanto Florido han mostrado una notable solidaridad. Algunos proporcionaron alimentos y bebidas al personal de emergencia, mientras otros abrieron sus puertas para apoyar las operaciones logísticas de los rescatistas. Sin embargo, el dolor y el miedo siguen presentes, mientras los vecinos intentan procesar la tragedia que ha perturbado la paz de su comunidad.