POR: Harold Salamanca
A mediados del año pasado, con mi familia organizábamos unas vacaciones que veníamos aplazando de largo tiempo; por el conocimiento de su cuerpo, su capacidad de observación y luego de algunas consultas médicas especializadas y muchos exámenes médicos, mi esposa Bertha Liliana, fue diagnosticada con un cáncer cervicouterino, noticia para la que no estábamos preparados, y que nos dejó devastados. Después de asimilar esta dura realidad, si es que esto es posible, unidos en Dios, en la Virgen, y en el amor familiar, enfrentamos con coraje y con prontitud los duros y agresivos tratamientos para enfrentar esta enfermedad.
Luego de atender el tratamiento y todavía impactada física y psicológicamente por los efectos secundarios, mi esposa, empezó a indagar con los médicos oncólogos, con investigadores de la enfermedad, y a consultar la información disponible en internet, sobre las causas que la originan, y qué se podría hacer para detectarla a tiempo y prevenirla. Con sorpresa encontró que es el único cáncer prevenible y que existe una vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) que lo produce, y que también existe una prueba que detecta las lesiones precancerosas, que permite el tratamiento oportuno con resultados altamente exitosos.
En Colombia, el cáncer cervicouterino es el tercer cáncer más frecuente en mujeres, con 64.000 casos anuales y 34.000 muertes. Consultadas las autoridades nacionales y regionales por el alcance en vacunación VPH, y del tamizaje con la prueba ADN VPH, se encuentra una muy baja cobertura, y las causas tienen que ver con el desconocimiento de la existencia de la vacuna y de la relación directa entre el VPH y este tipo cáncer, y la falta de información y capacitación del personal de la salud y de las mujeres candidatas a la prueba ADN VPH por su edad.
Vivida esta experiencia, alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas, y con la estrategia 90-70 -90 de la Organización Mundial de la Salud, por iniciativa y con el liderazgo de mi esposa, se creó junto con mis hijos, sobre una plataforma colaborativa la fundación SalBo, cuyo propósito, es contribuir a salvar vidas de las mujeres, erradicar el cáncer cervicouterino en el mundo, y evitar que las mujeres y sus familias sufran lo que nuestra familia padeció, a causa de esta enfermedad.
Pronto les contaremos cómo unirse a la misión Colombia 90-70-90, para erradicar el cáncer cervicouterino del planeta.