Por: Froilán Casas
Hay gente cargada de toxicidad, producto de sus frustraciones por haber perdido tantas oportunidades. Viven echándole la culpa a los demás por sus desgracias, desgracias venidas por la irresponsabilidad y holgazanería. Son gente que nunca aprovecha la salida del sol, sufren la puesta del mismo, han pasado el día lamentándose por todo y no han tomado ninguna iniciativa para afrontar el problema. Se creen víctimas por todo, la culpa la tienen los otros. Buscan compasión, no se dejan ayudar; viven en permanente dependencia y no son capaces de ser gestores y constructores de su propio desarrollo. Su lenguaje es producto de un fondo lleno de odio. No están contentos con nada y a todos le amargan la vida; todo lo que se les propone les resulta difícil e imposible. No aportan nada, ni dan soluciones a nada. ¡Qué gente de impotable! Todo jefe es malo, todo gobierno es malo. Esa clase de gente enrarece el ambiente: son CO2, son cianuro, todo lo envenenan. De tales especímenes, ¡líbranos, Señor! Ordinariamente ese tipo de personas han sufrido derrotas y no han sabido asumirlas. Derrotas en lo afectivo, político, social, académico, laboral. Una persona inteligente, aprende de las derrotas, incluso son acicate para cosechar mañana lo que se ha propuesto. “Si lloras por el ocaso del sol, las lágrimas no te dejan ver las estrellas”. Permítame amigo lector ofrecerle algunos ejemplos de personas que se han agigantado después de haber tenido los más terribles fracasos. El gran compositor alemán Ludwig van Beethoven fue perdiendo el órgano del oído a la edad de 25 años. Cuentan que Demóstenes, el gran orador ateniense era algo tartamudo: se propuso ir al río y en un constante ejercicio de mover su boca y lengua con piedritas sacadas del río, logró ser el mejor orador de su tiempo. La gran cantante Édith Piaf tuvo una niñez desastrosa, sus conciertos llenaban todas las salas. Los países que perdieron la guerra, dominaron a los triunfadores inundándoles de productos de alta calidad. No compitieron con las armas, compitieron con productos de alta gama, de alta calidad. La calidad no se improvisa. Se encuentran dos personas mirando un rosal: uno dice, ¡qué tristeza, hasta las rosas tienen espinas! El otro dice, ¡oh, hasta las espinas tienen rosas! ¿Cómo ve usted la vida? Por favor, deje de quejarse por todo. ¿Qué autoridad moral tiene usted para criticar? Por favor, ¿por qué usted vive programándoles la vida a los demás y no se programa la suya? Por favor, deje de perder tiempo, lo que usted se proponga, empiécelo ya. “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Sea proactivo, no reactivo. Como dice el poema Desiderata: “Esquiva a las personas ruidosas y agresivas; son un fastidio para el espíritu”. No se deje contagiar con el negativismo de su vecino, éste frena su proyecto de vida. Rodéese de gente positiva para seguir cosechando resultados positivos en su diario devenir. Tenga en cuenta esto: cada uno habla de acuerdo como le fue en la feria. Hay que huir de personas que están cargadas de pestilencia y toxicidad: son los eternos fracasados. Por favor, sea O2 no CO.