Por: Adonis Tupac Ramírez
Uno de los grandes problemas de la sociedad moderna es la capacidad de poder gestionar las emociones. Estamos sometidos a continuo estrés por la carga laboral extenuante donde el éxito es medido en números (ventas, likes, views) en dinero y en fama.
En este continuo caos olvidamos cuidar la salud mental, que es la base de nuestra salud en general, que nos permite coordinar todos los sistemas. Nos dejamos arrastrar por las preocupaciones y la respuesta a las emociones primarias (Miedo, rabia, tristeza y Alegría) se vuelven autómatas y sin conciencia.
Vamos de forma cotidiana viviendo con un piloto automático sin disfrutar ni ser conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor, sin procesar de forma adecuada la información, las sensaciones y emociones.
Se requiere de autoconocimiento, paciencia y mucha conciencia, desperdiciamos mucha energía y tiempo cuando nuestras reacciones son impulsivas, lamentando en muchas ocasiones los resultados. Las emociones nos pueden amargar o alegrar la vida, deben ser procesadas y resueltas pensando siempre en las posibles soluciones y consecuencias de las acciones.
Nos han enseñado nuestros padres y maestros que debemos pensar antes de responder, que la cabeza fría se debe mantener, pero a veces el ego nos transmite que esto puede ser signo de debilidad y que el más fuerte (el que golpea más duro o el que más grita) es el que tiene la razón y siempre vence.
Esta habilidad de gestionar las emociones nos permite el desarrollo de la inteligencia emocional; sentir una emoción no significa que hay que obedecerla, podemos influir en como las sentimos, cuanto nos duran, como las vivimos y como las expresamos; a esto lo llamamos regulación emocional, que consiste en darnos cuenta antes de actuar y expresarlas de forma adecuada y consciente.
El mindfulness es una herramienta que nos ayuda el proceso de la regulación de las emociones, en próximas columnas les contare en que consiste.