Queda en evidencia una vez más la sociedad criminal entre el gobierno y el narcotráfico con la expedición del decreto reciente del gobierno donde deja a las anchas del narcotráfico la comercialización y consumo de sustancias prohibidas que producen dependencia física y psíquica entre la población sin limitación alguna en parques y entornos de los colegios.
La degeneración de los gobernantes ha llegado a tal punto, de compartir esos grados de degeneración entre la población más vulnerable para hacer efectiva esa alianza delincuencial con el narcotráfico.
Despierta Colombia. Nos están asesinando a nuestras futuras generaciones. Y lo más grave, no pasa nada.
Y más grave aún, la clase política aliada con el gobierno criminal.
El gobierno de la vida es el gobierno de la muerte de la destrucción de la vida, de la destrucción de la familia, de los valores de la sociedad, de la alianza macabra con el delito, con el narcotráfico.
Darle rienda suelta a los jibaros para invadir todos los escenarios donde permanecen las naciente generaciones como son los niños y jóvenes abiertos al público es la demostración del querer aniquilar la sociedad actual y futura.
Decir que el gobierno es asesino es poco para lo que estamos viviendo.
Se merece el mayor desprecio que sociedad alguna puede otorgarle a un gobernante.
La complacencia de la sociedad y sus dirigentes, merecen igual o peor desprecio ante la pasividad pasmosa por la destrucción sin límite de Colombia.
Ojalá despierten de esa anestesia inmoral y corrupta, base y soporte de la mayor delincuencia nacida del gobierno, de tanto cinismo.
