Alfredo Vargas Ortiz
Orgullosamente Abogado y Docente Universidad Surcolombiana
Doctor en Derecho Universidad Nacional de Colombia
Una ciudad saqueada, con años de retraso en educación, salud, vivienda, vías e infraestructura; inseguridad por doquier y endeudada hasta el cuello, son las consecuencias de haber elegido a semejante personaje para liderar la administración pública municipal. El señor Muñoz representó a miles de neivanos que vieron en él la esperanza de aprovechar «el cuarto de hora» para recuperar lo invertido y obtener una tajada del «pastel» que representa la administración de los recursos públicos de nuestra capital.
Lo grave no es que este personaje haya llegado a la Alcaldía; lo peor es que estuvo arropado por la absoluta y sospechosa impunidad de la Fiscalía General de la Nación, la Contraloría General de la República y la Procuraduría General de la Nación, que, con el poder que tienen, actuaron de manera omisiva. Ahora, cuando ya el daño está hecho, no hay Santa Lucía que valga; los recursos se perdieron río abajo, y la sonrisa burlona del personaje y de quienes lo apoyaron decididamente en este desfalco sigue vigente frente al daño ocasionado a los neivanos.
Analizando lo ocurrido, debo decir que, finalmente, todos sabían quién era, de dónde venía, qué había hecho para llegar al Concejo de Neiva, cuál era su proceder, cuáles eran sus principios y valores. Por ende, era lógico que hiciera lo que hizo; el señor ha sido coherente con sus principios y su forma de vida. Por eso dice el dicho que no se le pueden pedir peras al olmo: no por estar investido de la dignidad de ser servidor público, las personas cambian. Lo pícaro se lleva en la genética, y ningún birrete o título va a cambiar a alguien cuando la idea de conseguir dinero te gobierna; las oportunidades están a la vuelta de la esquina, y de bandidos está hecho este país.
La mentalidad del corrupto es simple: primero yo, segundo yo y tercero yo; los demás que se jodan. Tal como decían unos concejales de la costa cuando negociaban las coimas del PAE: “Igual esos H.P. están enseñados a aguantar hambre”. A ellos no les importa que con los recursos públicos se solucionen los problemas de las personas menos favorecidas. Para nada. Lo que importa es darme la vida que no he construido con esfuerzo y respeto a las reglas mínimas de una sociedad decente. La honestidad, el trabajo, la ética y la estética son asuntos banales que riñen con su quehacer; lo importante es aprovechar el momento para hacer la trampa, buscarle la comba al palo, para lograr el propósito de entregar el PAE a los del Charco, Nariño, el alumbrado público y el catastro a Alfonso del Cristo “El Turco” Hilsaca, los espacios públicos a sus amigotes o al mejor postor, como si fuesen simples objetos sin ningún tipo de protección del Estado y del derecho.
Déjenme insistir en que, en definitiva, Gorky no tiene la culpa de lo ocurrido; la tenemos todos: los votantes y los que se abstuvieron, los que lo apoyaron sin taparse la nariz en su vergonzosa administración, los que dejamos caer nuestras voces en opiniones y no hicimos nada para detener este tsunami de antivalores y corrupción contra nuestra ciudad.